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tan festiva acogida, estarían dispuestos a
renovarla y yo me ofrecería nuevamente a
sostenerle y librarle del asalto de las gentes.
Porque tuve que sudar un poco para contener el
ímpetu del pueblo, que quería besar la mano de un
sacerdote pobre entre los pobres y lleno de
achaques>>.
Pero se había quedado con una gran pena: la de
haberle dejado a disposición de los demás, sin
haber tenido la oportunidad de hablar con él a
solas cuando habría deseado mucho interrogarle
sobre el método que empleaba para llevar las almas
a Dios. Sí que le había preguntado cómo se las
arreglaba para gobernar a tantos jóvenes con tan
escaso personal, y don Bosco le había respondido
que el secreto consistía en infundirles el santo
temor de Dios; pero el Superior no había quedado
satisfecho con esta respuesta. <>.
Cuando se le leyó la carta 1, don Bosco
exclamó:
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-Quieren que exponga mi método. íPero... si yo
mismo no lo sé! Siempre he ido adelante según me
lo inspiraba el Señor y las circunstancias lo
exigían 2.
No se sabe qué fue lo que le respondió o le
hizo responder; pero ciertamente estas palabras
quieren decir mucho en su sencillez. No
significan, como nota don Bartolomé Fascie 3, que
iba sin saber a dónde, sino que no se había
enquistado dentro de un método estereotipado que
<>.
Efectivamente, su eminente espíritu práctico huía
de las abstracciones. En realidad don Bosco hizo
suyo un método preventivo, estudio hecho sobre el
ánimo de los jóvenes, lejos, por consiguiente, del
campo de la Pedagogía teórica.
En la línea férrea de Montpellier a Valence, se
encuentra Tarascón, donde es preciso cambiar de
tren. Durante la espera de casi media hora se
esparció la voz por el ambiente que el sacerdote
vestido a la italiana era don Bosco, y la sala de
espera se llenó de gente. Se veía que unos iban
atraídos por la pura curiosidad y otros, por el
contrario, acudían a pedirle devotamente su
bendición.
Llegó a Valence hacia las cuatro de la tarde.
El párroco de la catedral, que quería mucho a don
Bosco y a los Salesianos, le esperaba
1 Ap., Doc. núm. 20.
2 LEMOYNE, Vida del Venerable don Bosco, Vol.
II, pág. 311.
3 B. FASCIE, El método educativo de don Bosco,
S.E.I., págs. 20-22.
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