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notarial por la cual le concedían la propiedad de
la montaña y ponían en sus manos los documentos
concernientes. El documento de cesión había sido
escrito y adornado por un calígrafo de fama 1. Se
lo presentó, en nombre de la comisión, el
Presidente de la Sociedad de San Vicente de Paúl
con estas palabras:
-Para perpetuar el recuerdo de vuestra venida a
esta ciudad, se han reunido los señores aquí
presentes y, de común acuerdo, han determinado
cederos la propiedad del monte Tibidabo, a fin de
que en su cima, que amenazaba convertirse en un
semillero de irreligión, se levante un santuario
al Sagrado Corazón de Jesús, para mantener firme e
indestructible la religión que, con tanto celo y
ejemplo, nos habéis predicado y que es noble
herencia de nuestros padres.
Entonces don Bosco, profundamente conmovido,
respondió:
-Estoy confundido ante la nueva e inesperada
prueba que me dais de vuestra religiosidad y
piedad. Os lo agradezco; pero sabed que en este
instante, sois instrumentos de la divina
Providencia. Al salir de Turín para venir a
España, iba pensando en mi interior: Ahora que
está casi terminada la iglesia del Sagrado Corazón
de Jesús en Roma, hay que estudiar la manera de
promover cada vez más la devoción al Sagrado
Corazón de Jesús. Y una voz interior me
tranquilizaba asegurándome que encontraría los
medios ((**It18.114**)) para
cumplir mi deseo. Esta voz me repetía: Tibi dabo,
tibi dabo! (Te daré, te daré). Sí, señores;
vosotros sois los instrumentos de la divina
Providencia. Con vuestra ayuda, surgirá pronto
sobre este monte un santuario dedicado al Sagrado
Corazón de Jesús; en él tendrán todos comodidad
para acercarse a los santos sacramentos y se
recordará por siempre vuestra caridad y la fe, de
la que me habéis dado tantas y tan hermosas
pruebas.
Aquellas palabras estaban llenas de emoción y
conmovieron a todos los que las oyeron. Después de
bendecir a la multitud, acompañáronle a la
sacristía, donde firmó en el registro destinado a
recoger las firmas de los renombrados visitantes
del Santuario 2.
Salió del sagrado lugar, consciente de haberse
comprometido a una empresa cuya ejecución no
podría ver ni siquiera en sus principios; pero, en
la primera reunión capitular, que se convocó a la
vuelta de su viaje el día veintiséis de mayo, dio
a entender cuánto empeño tenía en ella.
1 Ap., Doc. núm. 17.
2 En la iglesia de la Merced, a la izquierda
del altar dedicado a Santa ría de Cervelló,
erigido en la nave derecha del crucero, hay una
lápida de mármol con una inscripción latina que
recuerda el hecho de la donación allí ocurrido.
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