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repasar las cosas ya explicadas o a valerse de un
alumno inteligente que, estando junto a él en la
cátedra, repetía en alta voz a sus condiscípulos
cuanto el profesor le susurraba al oído. Todos los
remedios habían resultado inútiles; pero el
referido alumno fue el instrumento de la
Providencia. Se llamaba José de Salas y era hijo
de una noble familia. Habló del ((**It18.111**))
maestro a su madre y ésta expuso el caso a don
Bosco, implorando ayuda. Don Bosco le dio una
medalla de María Auxiliadora, para que se la
llevara y le dijese que la introdujera en un poco
de agua y después se la bebiera rogando a la
Virgen que lo curase:
-Espero que se pondrá bien, concluyó.
El Padre siguió el consejo, aunque sin gran fe,
confiesa hoy. Y con todo le volvió de repente la
voz y no volvió a tener residuo alguno o síntoma
del mal. Por eso, conserva todavía la medalla como
oro en paño.
Al salir del colegio de los Jesuitas, fue a
consolar a una condesa enferma y, después, visitó
el hospital fundado por doña Dorotea. En Sarriá
estaba esperando mucha gente desde muy temprano.
Al llegar en el coche, vio a muchos encaramados a
los tejados, a las tapias y a los árboles de la
calle. Como de costumbre, se asomó al balcón y
dirigió unas palabras a la muchedumbre que
aplaudía, gritaba Viva don Bosco y se arrodillaba
en el suelo para recibir la bendición. La puerta
de casa se mantenía fuertemente cerrada, porque
hubiera sido imposible regular la concurrencia y
evitar piadosos vandalismos. No se pudo evitar,
sin embargo, alguna sustracción por parte de
ciertos privilegiados, a quienes se concedió pasar
por debidas consideraciones a visitar a don Bosco.
íCuántas veces le tocó al secretario, en aquellos
últimos días, renovar la pluma en el tintero o
reponer en la cama nuevas prendas!
MIERCOLES, 5 DE MAYO
Hoy don Bosco celebró la misa en casa de doña
Dorotea, donde se quedó hasta el mediodía con la
familia; visitó después a la marquesa de Comillas.
Allí fue don Luis Martí para acompañarlo a la
iglesia de Nuestra Señora de la Merced. Este es un
célebre santuario de la Virgen, muy querido por
los barceloneses y meta de frecuentes
peregrinaciones. Cualquier forastero, que sea
creyente y pase por Barcelona, no se va sin pasar
a saludar a Nuestra Señora de la Merced. ((**It18.112**)) Por
esto también don Bosco, la víspera de su despedida
de Barcelona, quiso ir
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