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todo lo posible para conservar mi vida. Pues bien,
quiero que usted haga para sí mismo lo que haría
por mí. Cuídese, pues, emplee todos los medios
necesarios para conservarse bien, lo quiero yo,
>>comprende?; se lo mando, el Padre Santo lo
quiere así, el Papa se lo manda. La Iglesia
necesita de su vida.
-Padre Santo, contestó don Bosco; es demasiado
grande su bondad al compararme con Vos. Es un
honor, ((**It17.99**)) que me
confunde. Procuraré, sin embargo, hacer todo lo
que esté de mi parte para obedecer a vuestra
voluntad.
-Muy bien. >>Y ahora, qué tiene que pedirme?
Pida en hora buena porque el Padre Santo está
dispuesto a concederle cuanto pida.
Entonces don Bosco presentó el conjunto de los
privilegios, que deseaba obtener para la
Congregación, y le dijo:
-Padre Santo, suplico se digne completar la Pía
Sociedad Salesiana, que actualmente está a medio
camino. Eso sería la concesión de los privilegios.
Hay Congregaciones, cuyos miembros se cuentan con
los cinco dedos de una mano y han obtenido
enseguida estos privilegios de forma amplísima; y
para nosotros, que somos tantos y sentimos su
necesidad, hace ya muchos años que los pido y no
puedo obtener nada.
El Pontífice dio una mirada a los papeles que
don Bosco le presentaba y le repitió:
-Concederemos todo lo que quiere. Para agilizar
las cosas, monseñor Masotti, secretario de la
Congregación de Obispos y Regulares, podría
presentar, sin más, los documentos necesarios y yo
los firmaría sin presentarlos a la Congregación
entera. Diga a Monseñor que ésta es mi intención.
Tanto más que ahora, añadió el Papa sonriendo, ya
no está el pobre arzobispo Gastaldi. Entonces
resultaba difícil poder hacer las concesiones de
buen acuerdo. Aquél era un verdadero adversario
suyo. íCuánto hizo, cuánto dijo para impedir la
concesión de los privilegios! No tema, pues; yo
quiero que esta vez quede satisfecho. No, la Santa
Sede no se opone a darle todo lo que le es
necesario. Creía usted que se hostilizaba a su
Congregación. íNo! Eran circunstancias
involuntarias las que así lo exigían. Tampoco el
Papa, ya lo ve, puede hacer muchas veces lo que
desea. Yo le quiero, le quiero, le quiero. Estoy
por los Salesianos totalmente. Soy el primero
entre los Cooperadores. Quien sea su enemigo es
enemigo de Dios. Yo tendría miedo a actuar en su
contra; en efecto, hace obras colosales con medios
muy mezquinos. Ni siquiera usted mismo conoce la
extensión de su ((**It17.100**)) misión
y el bien que debe acarrear a toda la Iglesia.
Usted tiene la misión de hacer ver al mundo que se
puede ser buen católico y,(**Es17.93**))
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