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((**Es17.93**) todo lo posible para conservar mi vida. Pues bien, quiero que usted haga para sí mismo lo que haría por mí. Cuídese, pues, emplee todos los medios necesarios para conservarse bien, lo quiero yo, >>comprende?; se lo mando, el Padre Santo lo quiere así, el Papa se lo manda. La Iglesia necesita de su vida. -Padre Santo, contestó don Bosco; es demasiado grande su bondad al compararme con Vos. Es un honor, ((**It17.99**)) que me confunde. Procuraré, sin embargo, hacer todo lo que esté de mi parte para obedecer a vuestra voluntad. -Muy bien. >>Y ahora, qué tiene que pedirme? Pida en hora buena porque el Padre Santo está dispuesto a concederle cuanto pida. Entonces don Bosco presentó el conjunto de los privilegios, que deseaba obtener para la Congregación, y le dijo: -Padre Santo, suplico se digne completar la Pía Sociedad Salesiana, que actualmente está a medio camino. Eso sería la concesión de los privilegios. Hay Congregaciones, cuyos miembros se cuentan con los cinco dedos de una mano y han obtenido enseguida estos privilegios de forma amplísima; y para nosotros, que somos tantos y sentimos su necesidad, hace ya muchos años que los pido y no puedo obtener nada. El Pontífice dio una mirada a los papeles que don Bosco le presentaba y le repitió: -Concederemos todo lo que quiere. Para agilizar las cosas, monseñor Masotti, secretario de la Congregación de Obispos y Regulares, podría presentar, sin más, los documentos necesarios y yo los firmaría sin presentarlos a la Congregación entera. Diga a Monseñor que ésta es mi intención. Tanto más que ahora, añadió el Papa sonriendo, ya no está el pobre arzobispo Gastaldi. Entonces resultaba difícil poder hacer las concesiones de buen acuerdo. Aquél era un verdadero adversario suyo. íCuánto hizo, cuánto dijo para impedir la concesión de los privilegios! No tema, pues; yo quiero que esta vez quede satisfecho. No, la Santa Sede no se opone a darle todo lo que le es necesario. Creía usted que se hostilizaba a su Congregación. íNo! Eran circunstancias involuntarias las que así lo exigían. Tampoco el Papa, ya lo ve, puede hacer muchas veces lo que desea. Yo le quiero, le quiero, le quiero. Estoy por los Salesianos totalmente. Soy el primero entre los Cooperadores. Quien sea su enemigo es enemigo de Dios. Yo tendría miedo a actuar en su contra; en efecto, hace obras colosales con medios muy mezquinos. Ni siquiera usted mismo conoce la extensión de su ((**It17.100**)) misión y el bien que debe acarrear a toda la Iglesia. Usted tiene la misión de hacer ver al mundo que se puede ser buen católico y,(**Es17.93**))
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