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XII
Carta de don Bosco a don Pedro
Guidazio
Don Pedro Guidazio, fundador del colegio de
Randazzo en Sicilia, estaba en 1870 en Lanzo, como
clérigo y consejero de aquel capítulo. Entró en el
Oratorio a la edad de veinticinco años, después de
haber rodado mucho por el mundo; dotado como
estaba de viva imaginación, sentía el peso de la
nueva vida y, a veces, se dejaba vencer por el
desaliento. Se deduce de esta carta que estaba
tentado de volver atrás.
Muy querido Guidazio:
Siempre estarás inquieto y no serás feliz hasta
que no lleves a la práctica la obediencia
prometida y te pongas totalmente bajo la dirección
de tus superiores. Hasta ahora te ha atormentado
cruelmente el demonio, arrastrándote a hacer lo
contrario.
Por tu carta y las conversaciones habidas entre
nosotros, no se trasluce ningún motivo para
dispensa de votos. Si éstos existieran, tendría
que escribir a la Santa Sede, a la que están
reservados. Pero coram Domino, yo te aconsejaría
la consideración del abneget semetipsum, y
asegurarte que vir oboediens loquetur victorias.
Cree a mi experiencia; el demonio quisiera
engañarnos a ti y a mí; en parte, lo logró
contigo; conmigo, por lo que a ti se refiere, ha
fracasado completamente. Ten plena confianza en mí
como yo la tuve siempre en ti, no de palabra, sino
de hechos, de voluntad eficaz, de obediencia
humilde, pronta, ilimitada. Esto es lo que causará
tu felicidad espiritual y temporal y me reportará
a mí verdadera satisfacción.
Dios te bendiga y te conceda el precioso don de
la perseverancia en el bien; ruega por mí, que te
aprecio con paternal afecto,
Turín, 13-9-70
Afmo. en J. C.,
JUAN BOSCO, Pbro.
((**It17.886**))
XIII
Cartas de don Bosco a la condesa
Carolina Gambaro
La condesa Carolina Gambaro, hija del barón
Cataldi, era mujer del catolicísimo conde
Francisco, genovés. Entre estas cartas, hay una
dirigida al barón Julián Cataldi, padre de
Carolina, renombrado banquero de Génova, en otro
tiempo alcalde de la ciudad. Los autógrafos se
conservan en el archivo del hijo, conde Julián
Gambaro.
A
Mi buena señora Carolina:
La gracia de N. S. J. C. esté siempre con
nosotros. Gracias a la bondad del Señor, me
encuentro en un estado de salud como para poder
volver a Turín y reanudar, al
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