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Dios le guarde y la Virgen Inmaculada bendiga a
usted y a toda su familia. Créame en el Señor.
Turín, 22 de mayo de 1858
Su seguro servidor,
JUAN BOSCO, Pbro.
P. D. Si tiene ocasión, salúdeme al señor duque
Salviati.
B
Por esta carta se ve que el Marqués tenía
pensado emprender en Roma una publicación
periódica, como la de las Lecturas Católicas.
Ilmo. señor Marqués:
Se acerca el otoño y yo voy hablando de V. S.
como si ya estuviese entre nosotros. Pero quisiera
que su visita no fuese de improviso; por esto,
haría muy bien y me gustaría mucho que, antes, me
enviase unas letras para estar yo seguro de que se
encuentren en Turín otros amigos que, de lo
contrario, ((**It17.881**)) tal
vez estarían ausentes. Quisiera también que
pudiera estar siquiera un día festivo y así vería
nuestras asambleas generales. He tenido también un
gran olvido en el que debo detenerme: es rogarle
se digne aceptar una habitación en nuestra pobre
casa y considere como suyo cuanto en ella tenemos.
La invitación es un poco atrevida; ahora veré si
mis esperanzas no quedan frustradas.
Recibirá los fascículos de las Lecturas
Católicas, de acuerdo con el número de los
asociados de Roma. Los gastos, que usted tenga que
hacer, descuéntelos de las cuotas de asociación.
Me alegro mucho de que S. S. haya tomado en
consideración las Lecturas y más aún el incremento
que ahí van tomando. Pero mi parecer sería que,
mientras no se puedan imprimir en Roma, se envíen
desde aquí los fascículos a todos los que los
piden, y eso para tener viva la idea, que parece
haber entrado santamente en la mente de muchos; de
lo contrario, pasa lo que al hierro, que se enfría
a medida que se aleja del fuego. Debo, en todo
caso, prevenirle que, al ser muchos los ejemplares
que se imprimen, se ponga mucho cuidado para que
los temas sean adaptados al pueblo con
vocabulario, estilo y pensamiento sencillos, de lo
contrario, las iniciativas mueren lo mismo que
nacen. Los colaboradores que me indicaba no valen
para estos trabajos; están acostumbrados a hablar
a gente culta y sería una verdadera excepción si
lograsen abajarse y hacerse entender por el
pueblo. Podrían, al menos por algún tiempo,
seleccionar los que parecen convenir más de entre
los fascículos publicados hasta ahora y
reproducirlos. Todo esto in nomine Domini.
He leído con verdadera satisfacción el progreso
de la conferencia aneja de Roma; nuestros jóvenes,
al oír la relación, rompieron a aplaudir y van
diciendo y repitiendo a cada paso: demos gracias a
Dios que multiplica sus bendiciones sobre la
afortunada juventud de Roma. Hablaremos de esto
cuando esté usted entre nosotros.
Le ruego eche al buzón de correos las cartas
que le acompaño. Animo, señor Marqués, tiene usted
una gran mies entre manos, pero no olvidemos que
trabajamos por un amo, que paga con una medida
colmada todo nuestro trabajo, aun el más
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