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el Paraíso, si todavía no estuviese en él, a su
llorado marido; salud, valor, temor de Dios para
sus hijos y, para todos, el precioso don de la
perseverancia en el bien.
Que Dios la bendiga, señora Condesa, y le haga
verdadera madre misericordiosa de los pobres en
esta tierra, con el premio de los justos en el
paraíso. Amén.
Ruegue por mi pobre alma y creáme en J. C.,
De V. S. B.
Turín, 3-12-70
Seguro servidor,
JUAN BOSCO, Pbro.
F
Benemérita señora Condesa:
Voy a escribir la presente, la tercera que
escribo desde aquí. No sé realmente explicarme.
Escribo cartas y más cartas y muchas no llegan a
su destino. En cambio, las suyas me llegan
regularmente.
Si llega ésta, le llevará la noticia de que,
probablemente, el día dieciocho de marzo de este
mes pasaré por Florencia, donde me detendré casi
una jornada y este tiempo sería para usted; así,
ya que no podemos hablar por escrito, lo haremos
personalmente.
Vuelvo a decirle que he recibido las doscientas
liras que envió para ((**It17.878**))
nuestras necesidades y hemos celebrado una misa,
con el rosario y comunión de nuestros muchachos,
según su piadosa intención.
Que Dios les bendiga a usted, a su familia, a
su señor suegro, y créame agradecido
Turín, 8-6-71
Seguro servidor,
JUAN BOSCO, Pbro.
G
Benemérita señora Condesa:
Se recibió la famosa alfombra y, como ya habrá
sabido por los periódicos, fue el más hermoso
obsequio de nuestra fiesta. Doy a usted y a todas
las demás señoras las más expresivas gracias y
pido a María se digne recompensar a todas
dignamente, ayudándolas en vida, asistiéndolas en
la muerte y recibiéndolas, en su día, en la eterna
bienaventuranza, todas alrededor de Ella y conmigo
en un rinconcito abajo muy abajo.
Tenga la bondad de decirme si, para enviar una
carta a las personas cooperadoras nombradas en la
suya, basta aquella sencilla dirección. Por mi
parte, pensaré en cumplir mi deber.
Dios la bendiga, señora Condesa, y bendiga con
usted a toda su familia. Rezaremos
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