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C
Benemérita Señora:
He tardado algo en responder a su respetable
carta hasta tener la tranquilidad, que me faltó
precisamente los días pasados.
Me alegro mucho de que la calma y la
resignación empiecen a abrirse paso en su corazón.
Nosotros solos no podemos nada, pero, con el
auxilio de Dios, lo podemos todo. Siga dedicándose
a hacer obras de caridad y alternando con personas
piadosas y amigas; ello le ayudará moralmente.
Celebro que el R. P. Messi 1 le haya concedido
comulgar varias veces por semana. Sea una por el
marido difunto, otra por sus niños y la tercera a
María Dolorosa, para alcanzar resignación a la
voluntad de Dios.
Me insta para que le manifieste algunas razones
providenciales con respecto a usted. Tendría
muchas; empiezo por las que, a mi entender, no
superan las fuerzas actuales. Heme aquí, pues,
para hablarle con la voz del Señor.
1. Tu marido fue llamado a mí, porque yo le
tenía preparado un puesto mucho mejor del que él
tenía en la tierra, donde le aguardaban muchos
peligros espirituales y temporales.
2. Tú misma lo necesitabas; si tú hubieses
tenido que morir antes que él, la separación
habría sido demasiado amarga y cruel; por el
contrario, cuando llegue el último día, tendrás un
gran consuelo con el pensamiento de que el objeto
más querido te espera en el seno del Creador.
3. El pan, que hace casi un año mezclas con tus
lágrimas y tu dolor, aunque la falta de
resignación disminuye algo el mérito, sin embargo,
fue un gran tesoro para aliviar a tu marido,
hacerte conocer la nada de las cosas de la tierra
y también para darte ocasión de hacer un poco de
penitencia por la vida pasada y, mucho más, para
evitar una larga serie de peligros espirituales
que te habrían amenazado.
4. Para dar en el mundo ejemplo de la madre
que, en la flor de los años, renuncia a toda idea
terrena para dedicarse a sus hijos. Contrariamente
a lo que hacen tantas madres desnaturalizadas que,
al pasar a segundas nupcias, abandonan sus
criaturas en manos de personas ((**It17.876**))
asalariadas que, con servil educación, les dan a
beber el vicio antes de que lo puedan conocer,
etc.
No sé si la molestará todo esto, que habría
querido manifestarle antes. Le escribiré muchas
otras cosas a medida que su corazón la tenga
preparada. Le advierto que hablo con usted con la
más franca confianza. Estas cosas demuestran la
bondad del Señor con respecto a usted.
Mil saludos para la señora Jerónima, para su
señora cuñada y suegro 2. Que Dios los bendiga a
todos; ruegue también por mí, que de todo corazón
la bendigo.
Turín, 17-7-70
Seguro servidor,
JUAN BOSCO, Pbro.
(1812-1899) y de la hija Mariana, casada con José
Rosselli del Turco (1837-1905) y madre de Juan
Bautista, Gertrudis, María Isabel, Diana, Tomás.
1 Filipense, su confesor y más tarde Obispo de
Livorno.
2 Señor José Gondi (1808-1882).
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