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-Tú no quieres a don Bosco, porque si le
quisieras no habrías cometido esa falta.
Y esto bastaba, uno quedaba corregido,
enmendado, contrito, cambiado.
íAh, don Bosco, querido don Bosco!
Y los ojos del vejete se arrasaron de lágrimas
con el recuerdo de aquellos tiempos inefables.
Alegría y bondad, es cierto, si no son todo el
arte de educar, son por lo menos una buena parte
de él. La alegría que se abre, anima a la
expansión, mantiene la atmósfera de la juventud; y
la bondad, que conquista para transformar por
dentro, desde que toma posesión del alma de un
adolescente.
(Bull. Salésien, nov. 1935)
V
Dos cartas de don Bosco al conde Hugo
Grimaldi de Bellino,
patricio de Asti
A
Muy querido en el Señor:
La gracia de N. S. J. C. esté siempre con
nosotros.
He recibido a su tiempo las dos cartas que tuvo
la bondad de dirigirme, y no contesté por no estar
seguro del lugar de su estancia.
Le adjunto el boleto rojo o, mejor, dos para
que gane dos premios 1. Los boletos que le había
enviado no eran para despacharlos a otros, sino
para que se los quedase usted y así ayudar al
pobre don Bosco a dar pan a sus pobres muchachos.
En contestación a su primera carta, le diré que
admiro mucho el arranque de su corazón por querer
seguir ciegamente los consejos de un pobre
sacerdote como yo 2. La cosa es difícil para
ambos; pero intentémoslo.
((**It17.866**)) >>Qué
tengo que hacer, decía usted, para emprender una
vida que desprenda mi corazón del mundo y lo una
con el Señor, de suerte que ame constantemente la
virtud?
R.-La buena voluntad ayudada por la gracia de
Dios producirá este maravilloso efecto. Mas, para
lograrlo, debe industriarse por conocer y gustar
la belleza de la virtud y la alegría que
experimenta el corazón de quien tiende a Dios.
Considere, además, la nulidad de las cosas del
mundo. Ellas no pueden darnos la más pequeña
satisfacción. Junte todos sus viajes, todo lo que
ha visto, gozado, leído y observado. Compárelo
todo con el gozo que siente un hombre, después de
acercarse a los santos sacramentos; y se dará
cuenta de que todo ello es nada y de que, con lo
segundo, lo tiene todo.
Así sentadas las bases, vamos a la práctica.
Usted:
1.° Cada mañana, misa y meditación. 2.° Por la
tarde, un poco de lectura espiritual. 3.° Cada
domingo, sermón y bendición. 4.°... Despacio, dice
usted, poquito a poco. Lleva usted razón; comience
por practicar lo que le escribo como de paso y, si
1 El día 30 de enero de 1862, don Bosco había
anunciado una rifa a favor de los Oratorios.
2 Solían encontrarse en los ejercicios
espirituales en el santuario de San Ignacio.
(**Es17.747**))
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