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llevado al hospital de San Luis, donde están las
Hermanas del Huerto, a las que confesamos
nosotros. Cuando fui allí para este ministerio, la
Superiora me habló de dicho joven; me lo presentó,
hablé con él, se confesó repetidas veces y dio un
cambio tal en religión que todos quedaron
admirados. El padre estaba lejos, la madre había
fallecido; fue entonces cuando la Presidenta de
las Damas de la Caridad, que es cooperadora
salesiana, me encargó que hablara a nuestro
Superior para que fuese admitido en el colegio Pío
IX. Vino al Colegio, recibió aquí la primera
comunión; tenía gran inteligencia y una alegría
desenfrenada y volcánica. Le autorizamos para que,
cuando se enfadaba con los asistentes o con los
compañeros, corriera a la iglesia o al Superior;
así lo hacía y nunca pasó nada; más aún, durante
los dos años que estuvo aquí, nos dio muchos
consuelos. Mientras tanto, llegó el padre judío de
la provincia de San Juan; el hijo intentó
convertirlo y no le fue posible; por fin, tanto
hicieron los amigos del padre que lo sacaron del
Colegio.
De amigo nuestro pasó a ser desagradecido y
enemigo; y se dio a escribir en un periódico
contra este Colegio que lo había salvado. Fue
entonces cuando algunos alumnos nuestros y
compañeros suyos tomaron nuestra defensa en otros
periódicos y lo hicieron callar. Nosotros
deplorábamos aquella desgracia, pero ahora vemos
la trama de los designios de la Providencia.
Braun, sin quererlo, ayudó a la conversión de
Bach; y Bach, a su vez, parece dispuesto a hacer
volver a Braun al buen camino, pues ya está
arrepentido de haber cometido una ingratitud tan
mostruosa por instigación de malos compañeros.
Bendiga, querido don Bosco, a esta pobre
juventud y bendíganos también a nosotros para que,
con celo puro y constante, podamos dedicarnos
totalmente a su salvación.
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Cartas de don Bosco en francés
A
Señora Quisard:
Usted me llena de confusión; sus augurios, su
donativo, la benevolencia de toda su familia, son
para mí de gran satisfacción y aliento para las
obras de mis huérfanos.
Mi salud ha mejorado mucho, pero no lo
suficiente todavía para aventurarme a ponerme en
viaje. Dado caso que no sea demasiado para usted
darse un paseo hasta Turín para la fiesta de san
Francisco, sería, sin duda, una gran fiesta, para
todos nosotros. Ya me cuidaré de comunicarle el
día fijado para esta solemnidad.
Le ruego, señora, presente mis mas respetuosos
saludos a su señor marido y a toda su familia. No
dejo de recordarla muy particularmente todas las
mañanas en la santa misa, a fin de que el Señor le
prepare un venturoso porvenir que no creo lejano.
Animo, paciencia, oración.
Le ruego, señora, tenga la bondad de entregar a
mi amigo Antonio la cartita incluida en la
presente.
Que Dios la bendiga a usted y a todos los suyos
y que la Virgen sea su guía en el camino del
paraíso.
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