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en número, piedad y bondad de todas maneras. Por
último, beso su mano y tengo la dicha de
profesarme de todo corazón,
De S. M. Rvda. Paternidad,
Día primero de 1886
Afmo.
hijo en Jesús y María,
JOSE VESPIGNANI, Salesiano
P. D. He advertido un singular incidente, que
le agradará mucho saber, en la conversión del
joven, Adolfo Juan Bosco Bach. Le pregunté un día
de dónde había sacado su primera idea del
catolicismo y su primer estímulo para abrazar
nuestra santa Religión; me contestó que había oído
muchas discusiones en su casa, promovidas por su
padre con algunos católicos y que, a veces, había
estado hasta la una de la madrugada oyendo hablar
a un católico. Le pregunté entonces:
->>Pero, no ha visto nunca ningún libro de
religión?
Y él, como recordando algo muy interesante,
añadió:
-El único libro de religión que se ha visto en
mi casa (además de la biblia hebrea y protestante
de papá) es el Joven Cristiano, que un amigo mío,
que había estado en este colegio de San Carlos,
dejó olvidado.
->>Pero ha leído usted ese libro?
-Sí, lo leí de cabo a rabo (dejando el latín,
que no entendía, y las oraciones). En lo que más
me fijé fue en las razones con que se demuestra
que los judíos, mahometanos y protestantes no
tienen la verdadera religión.
Y me recitó algunos trozos, que, a la par que
demuestran la feliz memoria que posee este joven,
atestiguan también el empeño con que leía y la
ayuda de la gracia, que se servía de este libro,
casualmente olvidado, para preparar la conversión
de aquella alma. Después añadió:
-Recuerdo también los consejos que en él se dan
a los jóvenes para evitar las malas lecturas, en
particular el de echar al fuego los libros y hojas
malas, porque más vale que arda ahora el libro que
no el que vayan al infierno nuestras almas.
Me recitó otros puntos, que omito por brevedad.
Don Bosco, cuando nuestro reverendo padre
Inspector pensó imponer el nombre de Juan Bosco a
Adolfo Bach, él no sabía todavía este episodio;
por eso, al enterarme de esta circunstancia, he
alabado a Dios que providencialmente dispuso se
pusiese al recién convertido el nombre de aquél,
que, ípor medio de un libro, el Joven Cristiano,
llega a convertir judíos hasta en América!
Todos nuestros jóvenes se han convencido, al
oír este hecho, de la preciosidad de este libro de
oro y aprecian el Joven Cristiano ((**It17.845**)) mucho
más que antes. Quiera Dios que todos, jóvenes y
adultos, católicos. y herejes, conozcan el tesoro,
que se esconde en ese librito.
Antes de terminar mi posdata, deseo darle a
conocer quién era el amigo de nuestro Adolfo Bach,
que, desgraciadamente (para él) olvidó el Joven
Cristiano. Era un tal Víctor Braun (hijo también
de alemanes y de padre judío, aunque hay quien
piensa que es judaizante, por haberse hecho
cristiano para casarse con una católica, que fue
la madre de Víctor, también católico). Este
Víctor, después de estar en una Academia militar
(estudiando para artillero), se colocó al servicio
de un naturalista protestante. Un día, tras una
riña del amo, el joven irreflexivo y soberbio
decidió suicidarse, diluyendo en un vaso de agua
muchas cajitas de fósforos; lo bebió y, al
momento, se sintió atacado de tales dolores,
vómitos y espasmos que le parecía iba a reventar.
Fue
(**Es17.729**))
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