((**Es17.725**)
contra el demonio ((**It17.839**))
triunfos mayores que los nuestros. Pienso que
nuestro reverendo señor Inspector me envió adrede
a sus casas para que refiriese a los hermanos el
bien que vi hacer en ellas y así nos animáramos a
hacer otro tanto con nuestros muchachos. Vi un
grupo de muchachitas que saben el catecismo a la
perfección, se glorían de llevar públicamente la
medalla de hijas de María, ciento veinte en Morón,
más de ciento en San Isidro, doscientas
veinticinco en la Boca, y más de ciento en
Almagro, sin contar nada más que las que
frecuentan normalmente las escuelas. Para saber
las que acuden al Oratorio festivo, hay que
duplicar el número; en efecto, en la Boca se han
visto algunos domingos hasta cuatrocientas y en
Almagro, trescientas. Tenemos, pues, dos mil almas
de ambos sexos (en Buenos Aires y alrededores),
que son atendidas por los hijos e hijas de don
Bosco. Los medios para fomentar la piedad son
siempre los mismos que hemos aprendido de su
paternidad, esto es, las Compañías de San Luis,
Santísimo Sacramento, San José, Inmaculada
Concepción y Angel Custodio para los pequeñitos;
con la actuación ordinaria de estas asociaciones
se ve florecer la frecuencia de los santos
sacramentos, se logra una instrucción religiosa
más cuidadosa por medio de conferencias y se
consigue formar muchos celadores, custodios de la
moralidad entre los mismos muchachos.
Entre las alumnas internas y externas de las
Hermanas, se ve también un fervor admirable,
promovido por la Asociación de las Hijas de María,
que ofrecen un verdadero espectáculo en la Boca,
en Almagro, en San Isidro, en Morón, y en otras
casas de Hermanas Argentinas dirigidas por
nosotros.
Alégrese, pues, don Bosco, ya que el Señor
bendice a los Salesianos también aquí en estas
lejanas regiones y nuestros pobres trabajos se ven
coronados por un éxito que supera nuestras
esperanzas. íQué gusto se experimenta al trabajar
por el Señor con una pobre juventud que
corresponde tan bien y según el espíritu
salesiano, que ofrece medios tan seguros y tan
variados para hacer el bien a las almas! Me ha
cabido en suerte la inmensa gracia de asistir
hasta el último instante a nuestro llorado Paseri
y soy testigo de una gran verdad, esto es, que una
muerte dulcísima corona la vida de un buen
Salesiano, que se sacrifica en favor de los niños
pobres y abandonados. Esperamos que el ejemplo de
este verdadero misionero será imitado por muchos
de nosotros y que, por lo tanto, veremos florecer
muchos y abundantes frutos en el campo salesiano.
No quiero dejar de relatar un acontecimiento
que ha venido a coronar el curso escolar y que le
agradará. Es el bautismo solemne de tres jóvenes
ya creciditos, que nos envió la divina Providencia
en estos dos últimos meses del curso y que van
acompañados de circunstancias consoladoras y
extraordinarias. El primero era de Santa Catalina,
y lo llamamos todavía <>, porque nos lo trajo él. Aquel buen
salesiano se dio cuenta, apenas llegó a Santa
Catalina, de que uno de sus alumnos llamado Aníbal
Porcel, por negligencia de ((**It17.840**)) su
padres (o, más bien, impiedad del padre) no estaba
todavía bautizado, a pesar de tener ya doce años y
tener extraordinaria inteligencia y buenas
cualidades morales. Se informó de la condición de
la familia y sacó en conclusión que no se podía
educar cristianamente a aquel jovencito, si no se
le admitía como interno gratuito aquí en San
Carlos. Fue admitido por nuestro Superior y la
madre del jovencito colaboró al éxito de esta
iniciativa. Don Antonio Paseri ya lo había
instruido, aquí en el Colegio reformó más sus
costumbres y moderó algo su desenfrenada
vivacidad, para que comprendiera lo que se tenía
que realizar en él; puede decirse que, hasta la
hora de su agonía, el buen padre Paseri le fue
preparando y se fijó la ceremonia del Bautismo
para el día de san Martín. Se invitó para las tres
de la tarde a los padrinos, que fueron los esposos
Paglieri, padres
(**Es17.725**))
<Anterior: 17. 724><Siguiente: 17. 726>