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podrá aguardar mucho para abrir el internado, que
será el medio más eficaz para recibir limosnas y,
sobre todo, para hacer el bien.
Dentro de poco, los asuntos de la Sociedad
Civil, constituida para nuestra casa, llegarán a
su término y, después, el conde de Franqueville se
propone escribir a usted bien detallado cuanto se
determinó para bien de nuestra casa.
Casi todos los señores, a quienes se propuso
formar parte de la Junta de Patronato de nuestra
casa, han dado su nombre, después de alguna
vacilación, y, últimamente, el senador Chesnelong.
Deo gratias!
Ahora se trata de organizar una Junta de
señoras para recoger limosnas: pensamos poner como
presidenta a la señora Marquesa de Rende.
Hablando de ella, es la ocasión para decir que
esta bonísima señora, madre del Nuncio Apostólico,
me ha manifestado su vivo deseo de que los
Salesianos acepten el encargo de una obra en favor
de los italianos residentes en París. Es una obra
que ya la empezaron los RR. PP. Barnabitas, pero,
como consecuencia de su expulsión, corre el riesgo
de desaparecer y se trataría, por el momento, de
encargarse de uno de los centros de misión,
establecido en la Villette, lugar próximo a
Ménilmontant, adonde habría que ir los días
festivos para predicar, confesar y celebrar la
misa... ((**It17.782**)) con
residencia habitual en Ménilmontant. Y este
Salesiano tendría que actuar de acuerdo con el
padre Barnabita, que quedaría encargado de la
marcha general de todos los centros de apostolado,
establecidos en los alrededores de París.
En cuanto a vivir allí, no se podría hacer nada
de momento.
Por lo demás, he hablado ampliamente y al
detalle con el inspector don Pablo Albera sobre
esta propuesta, por la que se interesa mucho el
Nuncio. Supongo que le habrá escrito a usted sobre
este punto y espero una contestación, puesto que
el Nuncio me preguntará pronto qué decide don
Bosco respecto a esta cuestión, es decir, si don
Bosco puede asumir este apostolado, en favor de
los italianos residentes en París.
Aquí quisiéramos tener una primera reunión de
los Cooperadores de París a fines de abril, en
honor de María Auxiliadora. Sería como la sesión
inaugural de la obra salesiana. Se espera que
venga el señor obispo coadjutor Richard, para
presidir, y monseñor d'Hulst (siempre tan bueno
con nosotros) ha aceptado hablar en ella.
Muchos desean que haya en nuestra capilla una
imagen de María Auxiliadora, pues dicen que sería
una corriente poderosa de devoción y también de
bendiciones espirituales, y hasta materiales, para
nuestra casa. Por consiguiente, se piensa comprar
una estatua semejante a la de Marsella y
bendecirla en la sesión de inauguración.
Pero otra cosa muy deseada por todos y
ardientemente esperada es la venida de nuestro
queridísimo don Bosco en persona, y el señor de
Franqueville en particular considera la cosa como
segura y va a escribirle a usted sobre este punto
dentro de unos días. íNuestro corazón late...
pensando en esta esperanza!
Nuestra querida casa nos ha presentado en sus
albores algunas dificultades, desde el punto de
vista material y moral, que siempre he sometido a
nuestro buen Inspector. En particular, los gastos
son mucho mayores de lo que se creía y las
limosnas escasean... En la parte moral, parece que
las cosas se encaminan mejor; es más, nuestros
jóvenes han hecho todo lo posible en la fiesta de
san Francisco para demostrarnos su gratitud y su
buen espíritu. A los mayores les entregué la vida
de don Bosco de D'Espiney, que es ahora la delicia
de todos ellos, pues empiezan así a conocer y, por
consiguiente, a amar a nuestro buen Padre. Deo
gratias. El cleriguito BeissiŠre sigue siendo muy
bueno y el señor Víctor Rapetti también se porta
bien.
El último sábado hemos hecho el ejercicio de la
buena muerte y, aunque modestamente, fue muy
consolador. Las cosas se van encaminando poquito a
poco.
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