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Carta de don Pablo Albera a don Bosco
Muy querido Padre en J. C.:
Ya está fundada la casa de París. Deo gratias!
Hoy sábado, hace ocho días, fuimos recibidos por
el M. R. d'Hulst, rector de la Universidad, el
cual nos invitó a comer con el conde de
Franqueville y el abate Pisani. Nos trató con la
más exquisita bondad y nos presentó al Cardenal,
que tuvo a su vez palabras muy halagadoras para
don Bosco y los Salesianos.
Después de comer, fuimos a casa del señor
Olivier, abogado, que nos volvió a leer los
diversos borradores preparados, que usted y don
Miguel Rúa ya conocen. Se hicieron algunas
observaciones y pequeñas variaciones, se dieron
las aclaraciones necesarias y quedamos de acuerdo
en que, el próximo martes, se firmarán las
escrituras.
La Sociedad Anónima, que se constituirá dentro
de unos días, no presenta ningún inconveniente
pues está formada por don Bosco y sus amigos y no
queda obligada a pagar intereses, como la de
Marsella, que ya estaba constituida cuando don
Bosco entró en ella.
La cesión del abate Pisani no podía estar mejor
concertada para ahorrar gastos. El abogado Olivier
y el conde de Franqueville están muy capacitados y
animados de la mejor voluntad en favor de don
Bosco.
El abate Pisani había puesto demasiada carne en
el asador, por lo que será muy difícil poder
continuar en la misma línea. Sin embargo, he
recomendado a don Carlos Bellamy que no introduzca
ningún cambio en los comienzos y aproveche la
colaboración de los jóvenes que frecuentan el
Patronato. El abate Hugot, que se encuentra allí,
seguirá en su puesto; pero nosotros siempre
tenemos plena libertad para despedirle.
Don Carlos Bellamy quedó francamente disgustado
con la conducta del clérigo Berk y no quiso en
absoluto que se quedara con él. He puesto la
sotana a BessiŠre, el mejor de nuestros novicios,
y se lo di por compañero. Hará mucho bien, aunque
sólo sea con su ejemplo.
Para vivir por ahora se valdrán del dinero,
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tiene el conde de Franqueville y, mientras tanto,
haciendo visitas, se podrá conseguir lo que haga
falta. Si usted cree oportuno escribir a alguna
persona para notificarle la instalación de la casa
y sus necesidades, nos será muy favorable.
Ruégole también que escriba una cartita a
monseñor D'Hulst para agradecerle el recibimiento
que nos ha hecho y mantener siempre su amistad.
Todo lo puede en París, ante las autoridades
eclesiásticas, y puede sernos muy útil ante los
seglares. Presenté al Cardenal los saludos de don
Bosco, en cuyo nombre fui.
La casa de Saint Ouen sigue todavía en
proyecto; es más, el cura párroco de la Madeleine
propone abandonar el proyecto de esa casa y
comprar otra en M ontmorency, algo más lejos de
París. La señora Meissonnier compraría un
castillo, en lugar de construir. El Cura párroco
se inclina por este nuevo proyecto. Haría falta
pensar en ello y escribirle. El se funda en el
principio de que ya se ha puesto un pie en tierra
en París. Le ruego lo piense y manifieste a tiempo
sus ideas al Cura párroco de la Madeleine.
Perdone esta larga carta, acepte nuestros
buenos augurios y nos bendiga a todos
Su humilde hijo,
P. ALBERA
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