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((**Es17.656**) ((**It17.758**)) C CARTA DE DON JOSE FAGNANO A DON BOSCO Muy querido don Bosco: Deo gratias. El Señor nos ha visitado, permitiendo una persecución muy seria contra nosotros y la Congregación y, sólo en estos días, parece que nos quiere consolar calmándola. Digo parece, porque, tal vez, podrá hacerse más cruda, siendo nosotros el blanco de las iras del Gobierno. Don Domingo Milanesio ya le ha escrito; pero no será inútil que yo le cuente, en compendio, lo sucedido. Tenemos dos parroquias que administrar y cuatro colegios que dirigir. Una parroquia y dos colegios en Carmen de Patagones, población situada en la orilla izquierda del Río Negro, perteneciente a la provincia de Buenos Aires, de la que fui nombrado párroco en 1880. Uno de los locales destinados a colegio está actualmente alquilado. La otra parroquia y los otros dos colegios están en Viedma, capital del territorio de Patagonia, que se halla en la orilla derecha del Río Negro; depende directamente del Gobierno de la República, representado por el Gobernador, que hoy es el general Winter. El padre Rizzo, primero, y, después, don Domingo Milanesio fueron nombrados párrocos de esta parroquia por el Arzobispo, monseñor Federico Aneyros, y eran, al mismo tiempo, Capellanes del Gobernador. Yo había obtenido del general Winter la licencia para mandar a misionar a don Domingo Milanesio, dejando en la población un sacerdote, que hiciera sus veces; tanto más cuanto que me había dicho el general que deseaba entenderse conmigo en cuanto al servicio. Así estaban las cosas cuando, el día 12 de abril de 1884, se incendió la iglesia de Viedma. Me dijo el general, disgustado, que la negligencia de los Padres había ocasionado el incendio. Para aplacar un poco su indignación, alejé a don José María Beauvoir, quien, por otra parte, me había pedido ir a Buenos Aires. El general fue a Buenos Aires en julio y volvió en septiembre y, en su ausencia, se agitó la cuestión religiosa. Imbuído en falsos principios y empujado por los periódicos del Gobierno, buscaba motivos para entablar pleito con nosotros. El día siete de septiembre, don Domingo Milanesio se opuso a las pretensiones de la señora del Gobernador y, aquella misma tarde, era licenciado del cargo de capellán del gobierno. El día nueve se apoderó el Gobernador de la iglesia parroquial de Viedma y secuestró los ornamentos y vasos sagrados, mandando que salieran de ella los misioneros. Aquel mismo día, tuve una entrevista con el Gobernador, el cual olvidado de su dignidad y de la amistad que varias veces me había demostrado, se enfureció, profirió palabras violentas y groseras contra don Domingo Milanesio y don José María Beauvoir. No pudiendo calmarlo, me retiré y obligué a don Domingo Milanesio a retirarse a la casa de Patagones, donde el Gobernador no puede ejercer ninguna autoridad. Entretanto, don Raimundo Daniele y don Andrés Pestarino seguían celebrando las funciones ((**It17.759**)) parroquiales en la capilla de las hermanas de Viedma, donde habían comenzado a hacerlo el día doce de abril. Al cabo de unos veinte días, don Domingo Milanesio partió para una misión y, como era frontera militar, debía pedir licencia al general. Lo hizo en parte, porque sólo la pidió para Pringles, a ochenta kilómetros de Patagones, pero siguió más adelante sus excursiones apostólicas. Tan pronto como lo supo el Gobernador, que es también jefe de la frontera militar, dio orden terminante de que se le hiciese volver atrás y se le prohibiese ejercer el sagrado ministerio. Cuando don Domingo Milanesio (**Es17.656**))
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