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y Reverendísimo monseñor José María Sciandra,
príncipe y conde del Sacro Imperio Romano; y
gobernando, como Rector de la Congregación de los
Salesianos, el Reverendísimo Sacerdote Juan Bosco,
Padre y Fundador de la misma y también de la
Sociedad de las religiosas que se llaman Hijas de
María Auxiliadora.
El Excelentísimo y Reverendísimo monseñor Juan
Cagliero, Obispo de Mágida y Provicario Apostólico
de la región de Patagonia Septentrional, primero
entre los socios salesianos promovido a la
dignidad episcopal, consagró oficial y
solemnemente este templo en la ciudad de Nizza
para el culto de Dios, bajo el título de Nuestra
Señora de la Gracia. Fueron ayudantes del Obispo
consagrante: el Rvmo. Don Francisco Berta,
Canónigo enviado para este acto por el Excmo.
Obispo de la diócesis de Acqui; el Rvmo. don
Antonio Sala, sacerdote salesiano y Ecónomo
General de la misma Congregación; y el
Reverendísimo don Luis Bussi, sacerdote salesiano,
director espiritual y rector de la Casa madre de
las Hijas de María Auxiliadora en esta ciudad de
Nizza.
El solar, en que están asentados la Casa madre
de las Hijas de María Auxiliadora y el templo, es
propiedad de don Juan Bosco, quien lo adquirió por
sus propios medios el año 1877. El mismo quiso, al
año siguiente, tras haber edificado la
residencia-colegio, que este templo, después de
haber sido endecido litúrgicamente, sirviera
preferentemente para el culto de Dios y la
celebración de la eucaristía.
>>
JUAN. Obispo de Mágida
ANTONIO RICCARDI, Pbro., secr.
Luis Bisio, párroco de San Juan y vicario Foráneo,
testigo.
Carlos Denicolai, encargado de San Hipólito.
Eugenio Ricci, arcipreste de San Siro.
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Carta a los alumnos del colegio de
Este,
escrita en nombre de don Bosco
Queridísimo Tamietti:
He presentado a don Bosco tu carta y se
conmovió ante la delicada caridad de tus
muchachos. Te agradece el filial interés que
tienes por su estado de salud y, por mi medio,
envía estas palabras para tus alumnos:
Queridos hijos míos:
Me es imposible deciros la gran satisfacción
que me ha proporcionado vuestra generosa
actuación. He exclamado y repetido de corazón:
íBendiga el Señor a estos hijitos! Necesitaba un
gran alivio y lo tuve con vuestra caridad.
Ciertamente no pude quedar insensible ante el daño
ocasionado por el incendio y lo que significaba
para proporcionar el pan a muchachos, que no
tuvieron como vosotros la suerte de tener padres
acomodados. La partida de los misioneros había
dejado también profunda impresión en mi alma y,
ahora, hace una semana que guardo cama y no quiere
el médico que me levante por mis continuas
enfermedades. Pero, lo repito, vuestra prueba de
afecto me ha traído mucho alivio, al pensar que en
el Colegio de Este hay
(**Es17.651**))
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