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((**Es17.639**) que consiguieron su recuperación: <>. Este buen padre se ve obligado a aceptar ((**It17.738**)) los más atentos y minuciosos cuidados, así lo ha querido y ordenado expresamente Su Santidad León XIII. Durante la jornada visité los talleres. El hermoso salón de imprenta con sus grandes máquinas podría despertar envidia en nuestros impresores de Francia. Junto a la modélica imprenta me entretuve con fruición en ver fundir los caracteres tipográficos que salían, limpios y perfectos, del taller en las manos de los jóvenes aprendices. Estos talleres, junto con los de encuadernación y dorado, alimentan y abastecen una rica librería en la que se exponen los más hermosos libros litúrgicos, las obras clásicas y las más útiles publicaciones italianas y francesas. Los talleres de sastrería, zapatería, carpintería tienen cuanto puede desearse; pero debo un elogio especial a los forjadores y cerrajeros, que realizan importantes trabajos y poseen los conocimientos de la mecánica. No digo nada de los numerosos estudiantes que, al igual que los aprendices, están entregados en alma y cuerpo al trabajo, y sus caras sonrientes manifiestan la suave alegría y la tranquila felicidad producidas por la modestia y una sólida piedad. Produce grata impresión al atardecer oír un millar de voces que rezan y cantan juntas en la bendición con el Santísimo Sacramento; este espectáculo y esos acordes refrescan el alma y llenan el corazón. Este amplio establecimiento se quedó demasiado estrecho para don Bosco; su colegio de Valsálice, en la orilla derecha del Po, no era para su obra más que una insuficiente sucursal. Ha construido en el mismo corazón de Turín una grande, magnífica y elegante iglesia dedicada a San Juan Evangelista. Junto a esta iglesia, pronto se abrirá un nuevo Oratorio para trescientos o cuatrocientos jóvenes. Ahora comprendo cómo en Turín el nombre de don Bosco anda en labios de todos. Tal vez habría salido de Turín para volver a Francia, sin cuidarme de visitar la Exposición, esta exposición tan perjudicada por el cólera, si no se me hubiese dicho (permítaseme esta expresión) que también allí estaba don Bosco. No dejé, pues, de ir allí. Como en todas las exposiciones, se reserva mucho espacio para inventos y perfeccionamientos de escasa importancia y utilidad. Sin embargo, hay mucho bueno y muy bonito en las galerías para coches de ferrocarril y máquinas. En un amplio salón de esta última galería, se presenta y funciona ante el público una síntesis industrial completa, tan curiosa como instructiva, expuesta por don Bosco. Allí reunidas ante vuestros ojos, tocáis y abrazáis con una mirada todas las ramas de la industria relacionadas con él, desde la fabricación del papel hasta llegar a la librería, pasando por la fundición de caracteres, la impresión y la encuadernación; no falta nada en aquel conjunto y todo se desarrolla con su orden lógico. A mano derecha, en un gran depósito, se ve la pasta destinada a ser convertida en papel con una máquina modelo, de muy reciente construcción ((**It17.739**)) según los últimos progresos de la ciencia; a la izquierda se encuentra la librería, donde podéis encargar la confección de un libro con esa misma pasta que aguarda el momento para circular en la máquina y convertirse en papel. Dad un paseíto; seguid esta pasta, que cae primero en una ancha cuba de ladrillo, donde se revuelve para mezclarse íntimamente con agua limpísima; seguidla, hecha líquida y blanquecina, por los diversos tamices que la separan del agua, sostenida después por telas sin fin; vedla pasar por debajo de grandes cilindros que la comprimen, la secan y la transforman en un papel fino y resistente que cortan ante vuestros (**Es17.639**))
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