((**Es17.635**)
En nombre de la patria, no nos cansemos.
Marchemos sobre las huellas de don Bosco,
trabajemos y demos dinero.
>>Dinero? Sí, hace falta más todavía y mucho.
Conozco una escuela de hermanos, conozco una
escuela de hermanas, conozco un patronato, que
carecen, todos ellos, de dinero y se ven en la
necesidad de rechazar a niños; y notad que yo no
conozco más que esta escuela de hermanos, esta
escuela de hermanas, este patronato. >>Qué
tendremos que pensar, por tanto, de la caridad
lionesa, si esto mismo se repite en todas partes?
íAh!, que no se detenga esa antigua caridad.
Leía yo ayer en un artículo de Maximo de Camp,
sobre las obras de beneficencia de París, que,
sólo en la capital, las obras absorbían como
mínimo de sesenta a ochenta millones por año.
Lioneses, si París os ha dado tan buen ejemplo en
las últimas elecciones municipales, no toleréis
que os gane también en la caridad, a vosotros,
cuya ciudad es conocida como la ciudad de las
buenas obras.
Leed, pues, para animaros, esa obra tan bien
escrita por el señor du Boys sobre don Bosco y, no
satisfechos con la teoría, llevadla a la práctica
te. Así pues, una vez mas, dad para nuestras
escuelas, dad para nuestros patronatos, dad para
todas nuestras obras.
(Eclair, 17 de mayo de 1884)
AGUSTIN REMY
25 (el original en francés)
El poema de don Bosco
Cada uno de los grandes poetas de la humanidad,
Homero, Virgilio, Dante, Milton, etc. concibió el
vasto plan de una epopeya, y lo realizó en cantos
pletóricos de vida y de luz. Por extensión, se han
considerado como poemas las obras maestras de las
artes plásticas; y así se ha dado este nombre a la
gran composición de Rafael ((**It17.734**)) cuando
desarrolla el tema teológico de la Disputa
(discusión del Misterio de la Iglesia). Se han
llamado igualmente poemas, y con mas razón
todavía, esas inmensas catedrales, levantadas a
Dios por la fe de nuestros padres; son poemas en
piedra, así se ha dicho, en los que el genio
encuentra, para expresar sus conceptos, otro
lenguaje distinto de la palabra y de los versos,
pero en los que no los expresa con menos esplendor
y grandeza.
Hay otra clase de poetas, verdaderamente
épicos; son los que construyen un edificio moral
con materiales vivos; tales son los hombres que
fundan imperios o que instauran pueblos. En otro
orden de cosas y por encima de estas cumbres
misteriosas, que dominan desde tan altos vértices
la naturaleza humana, aun la más grande, han
aparecido en otro tiempo los fundadores de
nuestras mas fecundas familias religiosas, san
Benito, san Francisco de Asís, santo Domingo, san
Ignacio. Estos grandes santos, divinamente
inspirados, han hecho obras magníficas que, en un
principio, se han adaptado a las necesidades de
sus contemporaneos y, después, tuvieron una acción
duradera en el mundo.
Don Bosco ha sido un poeta al estilo de esos
hombres de Dios; vio que los estragos de nuestros
días reclamaban fundaciones nuevas, mas bien que
restauraciones, y
(**Es17.635**))
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