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promueve la unidad de fe y yo debo amarla. >>Y qué
obispo podrá no amar, es más, no amar con
predilección una obra como ésta?
5.° >>Y dejaré yo de hablar de la gran obra de
las misiones? Nuestro Señor esucristo envió sus
apóstoles a predicar el Evangelio a todo el mundo:
Euntes in mundum universum, praedicate evangelium
omni creaturae.
Y don Bosco envía también a sus Salesianos a
diversas partes de Italia, a Francia, a España, a
América y acabamos de oír ahora mismo lo que el
relator ha contado acerca de lo mucho que están
haciendo los Salesianos en la lejana Patagonia.
También don Bosco dice a sus hijos: Euntes docete
omnes gentes; y, por su obra, resuena ya la voz
del Evangelio y de la fe cristiana en aquellas
remotas regiones, y las tribus y los pueblos
ingresan en el seno de la Iglesia: In omnem terram
exivit sonus eorum et in fines orbis terrae verba
eorum.
Y no se diga que don Bosco, al enviar
sacerdotes a las misiones extranjeras, los quita a
nuestras tierras; puesto que el ejemplo y el
sacrificio de estos apóstoles influye por un lado
beneficiosa y eficazmente en los que quedan,
enardece más y más su celo, multiplica su acción
y, por otro lado, despierta mayor número de
vocaciones consagradas a Dios, y nos proporciona
más sacerdotes, que vienen a ocupar el vacío
dejado por los héroes. Procuremos excitar el
espíritu de fe y de piedad en las poblaciones
católicas, y entonces éstas, como en otro tiempo,
proporcionarán operarios evangélicos para nosotros
y para enviar a los pueblos más apartados, todavía
en las sombras de la muerte. Esto es lo que
intenta obtener también la obra de los Salesianos
en sus escuelas, y don Bosco envía también sus
misioneros a las diversas partes del mundo para
que, junto con los otros bienes, lleven y hagan
nacer y desarrollarse la semilla de las vocaciones
eclesiásticas entre las otras gentes,
proporcionando así a la Iglesia Católica mayor
número de goneros del santo Evangelio. Dejemos,
pues, que partan de entre nosotros los nuevos
apóstoles, porque Dios nos recompensará con
creces.
Me parece haberos demostrado suficientemente
que la Obra de los Salesianos es una obra según el
espíritu del Evangelio, según el espíritu de
Jesucristo, y así queda también demostrado que yo
debo amarla y favorecerla. Es más, todos deben
amarla y favorecerla, cooperando a su bienestar,
haciendo de modo que se desarrolle más y se
dilate. No haya quien diga:
-La obra marcha por sí misma, ya está extendida
y no necesita de mi cooperación.
-No, porque ésta sería una fea palabra;
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palabra que suele asomar a los labios de los que
nunca quieren molestarse por la gloria de Dios.
Precisamente porque la obra marcha, precisamente
porque está ya extendida, precisamente porque
vemos que Dios la bendice y la protege, nosotros
tenemos que hacer lo posible por cooperar a su
desarrollo, sabiendo que hacemos una cosa que es
grata a Dios y útil para el prójimo. No cabe duda
de que hay que hacer algún sacrificio con la
limosna. >>Y qué con esto? Se hacen muchos
sacrificios parecidos por el lujo, por vanas
diversiones y, tal vez, también para pecar, y >>se
querrá rehusar un sacrificio en favor de una obra
tan bella? En todo tiempo, y hoy más que nunca,
para oponerse al mal, para promover el bien hay
que molestarse, hay que aguantar sufrimientos e
incomodidades. Sin ello, no hay mérito ni hay
gloria, sin ello la avalancha de los males
derribará todo dique y nos ahogará.
Es oportuno recordar aquí, queridos hijos míos,
lo que la Sagrada Escritura nos cuenta del profeta
Elías. Este gran hombre había trabajado mucho en
tiempos dificilísimos por la gloria de Dios y la
salvación del pueblo de Israel, pero con escaso
éxito;
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