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hija. >>No recuerda que el año pasado le escribí
recomendándola a sus oraciones? Hacía mucho tiempo
que estaba enferma de un mal incurable. íImagínese
los sufrimientos de mi pobre corazón! Pero después
que usted rezó, empezó ella inmediatamente a
sentirse mejor y, en breve, se restableció
perfectamente. Debo, pues, a usted la curación de
mi hija y he venido aquí, no sólo como médico,
sino también como deudor, que quiere pagar su
((**It17.59**)) deuda a
la Santísima Virgen Auxiliadora. Ruégole, pues, se
digne aceptar esta pequeña limosna.
Y, así diciendo, le entregó un sobre con tanta
insistencia, que don Bosco tuvo que aceptar. Eran
cuatrocientos francos. Al despedirse, renovó con
las más cordiales expresiones el ruego de que lo
considerase siempre como un humilde servidor suyo,
dispuesto a acudir a toda indicación en cualquier
tiempo y en cualquier lugar.
Desde Marsella volvió don Bosco a Tolón el día
veintiséis, con inmensa alegría de los condes
Colle, que atrancaron las puertas de la casa para
que nadie fuera a interrumpir sus conversaciones y
ni siquiera le dejaron dar la conferencia para la
colecta.
-Aquí mandamos nosotros, decían, y también
queremos disfrutarlo nosotros.
A pesar de todo, la noticia de su llegada fue
sabida por uno o dos, y se difundió poco a poco de
tal modo que, por último, fue forzoso ceder y
dejar entrar; de esta suerte el Siervo de Dios,
que esperaba descansar, se cansó y no poco.
El día veintisiete partió para La Navarre en
compañía de los condes. Encontró la finca en plan
de transformación. El lugar es encantador por sí
mismo. Un amplio semicírculo de bellísimas
colinas, cubiertas de verdes pinos y alcornoques,
lo mismo en verano que en invierno, ciñe una
llanura, primero pendiente y cubierta de
magníficos viñedos, después llana y tapizada de
prados y trigales. Exactamente en su centro se
levanta la blanca silueta de la casa; detrás, se
extienden los campos de flores, industria del país
y las tierras de huerta; más allá de los prados,
dan su preciado fruto millares de olivos. No hay a
su alrededor servidumbre de gente extraña ni de
ninguna otra clase, ni se ven caseríos en mucho
trecho más allá de su límites. Cuando se tomó
posesión del lugar, aquella amenidad era una
desolación; entonces iba en aumento el medro de
todo: la cosecha del año anterior había producido
doce mil francos sólo de vino 1.
La casa, pues, se levantaba aislada en medio de
una deliciosa soledad; pero a la. llegada de don
Bosco bullía en ella, ((**It17.60**)) dentro
y fuera,
1 Libro de crónica, 30 de noviembre de
1883.(**Es17.60**))
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