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No se obtuvo la gracia, pero, como escribía la
señora al Boletín Salesiano el día 2 de abril de
1891, nació entonces en dicha familia una
confianza extraordinaria en las oraciones de don
Bosco, tanto que, después de su muerte,
encontrándose en excepcionales apuros, recurrió a
María Auxiliadora, poniendo por intercesor al
Siervo de Dios y puede decirse que fue casi
milagrosamente librada ((**It17.681**)) de las
aflicciones que la atormentaban. Todo esto se ve
también confirmado por una relación del reverendo
Cagn_li, párroco del Sagrado Corazón.
La señora Maggi Fannio, de Padua, pretendía, ni
más ni menos de don Bosco, que mandase a María
Auxiliadora que le concediera inmediatamente una
gracia deseadísima y recibió la siguiente
respuesta:
Respetabilísima Señora:
Querría mandar a la Santísima Virgen y decirle
que le conceda inmediatamente la gracia que desea.
Pero no puedo hacer más que pedírselo
humildemente.
En este sentido, junto con mis huerfanitos,
suplicaré que esta Celestial Madre oiga su
súplica, y usted será ciertamente escuchada en
todas las peticiones que no sean contrarias al
bien eterno de su alma,
Estoy semiciego y escribo con dificultad;
compadezca, por tanto, mi mala letra.
Dios la bendiga, benemérita Señora; acuda en mi
ayuda con su caridad y Dios se lo recompensará
abundantemente.
Dígnese, además, rezar por este pobrecito, que
será siempre en J. C., su
Turín, 15 de septiembre de 1885
Humilde servidor,
JUAN BOSCO, Pbro.
La misma señora, poco después, le envió a Turín
una discreta limosna, insistiendo en que le
obtuviese la suspirada gracia. Se acusó recibo en
nombre de don Bosco ausente; pero, cuando él se
informó de ello, quiso escribirle de su puño y
letra.
Respetabilísima Señora:
Me encuentro fuera de Turín, pero creo que se
le ha hecho el oportuno acuse de recibo de su
generoso donativo de quinientos francos.
Le renuevo mi más vivo agradecimiento,
asegurándole que seguiremos haciendo nuestras
humildes plegarias comunitarias y privadas y, por
mi parte, cada mañana en la santa misa, no dejaré
de hacer un memento según su piadosa intención.
Tengo plena confianza en que obtendrá la gracia
que pedimos al Señor, pero siempre con la
condición de que nuestra petición no sea contraria
al bien de nuestras almas. >>Le parece bien así?
Con mucho gusto, pues, celebraré la santa misa
según las intenciones que usted manifiesta.
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