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Las cruces seguían afligiéndole dos años
después, cuando envió a don Bosco un recordatorio
de Tierra Santa. Era una de esas estampas
adornadas con flores tomadas en los lugares de la
Pasión, desecadas y pegadas a cartoncitos de modo
que representen diversos temas. El Siervo de Dios
aprovechó aquel motivo para consolar al donante.
Muy querido en el Señor:
Recibo muy agradecido la preciosa corona del
Getsemaní, que se digna enviarme y que guardaré
como grato recuerdo de usted. íSea ésta presagio
de la corona que la misericordia del Señor nos
dará un día como esperamos en el Paraíso!
Me entero por su carta de que no le faltan
cruces. Haga así. Véngase conmigo. Viviremos como
hermanos: pan y trabajo no nos faltarán; el
consuelo nos lo dará el Señor. >>Le parece bien?
Que Dios nos bendiga y ayude a sufrir con El por
el camino del cielo. Siempre suyo de corazón en J.
C.
Turín, 24 de febrero de 1885
Afectísimo amigo,
JUAN BOSCO, Pbro.
ORACIONES
Lo mismo que se recurría a don Bosco
personalmente para implorar su bendición, así
también de todas partes, incluso de países
lejanísimos, recibía cada semana centenares
((**It17.679**)) de
cartas, que imploraban la caridad de sus oraciones
y de las de sus muchachos. El, según los casos y
las circunstancias, respondía personalmente o por
medio de otros. Las tres contestaciones que aquí
presentamos son un pobre testimonio de dicha
correspondencia, que resultaría riquísima, si
fuera posible seguir los rastros; sin embargo,
también éstas, unidas a las ya publicadas, tienen
el valor de preciosas reliquias, salvadas de la
dispersión.
En el mes de febrero, la señora Rosita
Ferrerati, de Turín, había pedido un triduo de
oraciones para la curación de un hijo suyo, que
estaba en una situación muy grave y ofrecía muy
pocas esperanzas. Ya se le habían administrado los
últimos sacramentos y, cuando se esperaba con
temblor la hora fatal, si no inminente y segura,
llegó dirigida al enfermo una estampa de María
Auxiliadora con estas líneas de puño y letra,
firmadas por don Bosco: <>.
Cuál fue el efecto de todo esto nos lo describe
el mismo joven 1:
1 Relato del abogado Mario Ferrerati, Turín, 21
de enero de 1886.
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