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-Querido señor abogado, le respondió, helo
aquí: envío el Boletín Salesiano a quien lo quiere
y a quien no lo quiere.
Don Bartolomé cazó al vuelo la idea. El
publicaba una revista bimestral titulada El
Rosario y la Virgen de Pompeya, pero no había
imaginado todavía el concepto del poder ya
alcanzado por la prensa. De regreso a Valle di
Pompei, mejoró la tipografía, aumentó la
maquinaria y multiplicó los ejemplares de la
revista: de cuatro mil en 1884, pasó a setenta y
dos mil en los dos lustros siguientes. Por eso,
don Bosco es considerado allí como el que <> 1.
Tenemos quince cartas, guardadas hasta ahora en
el archivo por carecer de conexión con los temas
precedentes o, en todo caso, inoportunas si se
intercalaban en otro lugar, que vamos a reproducir
aquí finalmente, entrelazadas con un abanico de
noticias biográficas que traemos para ilustración
de aquéllas.
MISIONES Y GOBIERNOS
Hemos visto, en el undécimo y vigésimo segundo
capítulos, cómo los Gobiernos de Argentina y
Uruguay legislaban contra la Iglesia, y asestaban
sus tiros principalmente contra las corporaciones
religiosas.
Don Bosco, apenas oyó de lejos el tronar de la
tormenta, corrió al abrigo, dando instrucciones
los dos Inspectores sobre la conducta a seguir;
entre otras cosas, al acercarse ((**It17.671**)) el
momento del peligro, deberían recurrir a los
representantes diplomáticos de Italia en ambas
capitales. Pero entonces, dadas las relaciones
existentes entre el Estado y la Iglesia en Italia,
no era tan fácil para los eclesiásticos encontrar
apoyo ante hombres a menudo sectarios y,
generalmente, liberales más o menos ardorosos. Por
eso, el Santo se industrió para conseguir del
Gobierno italiano alguna útil declaración. So
pretexto, pues, de implorar una subvención,
extendió un memorial sobre las escuelas fundadas
por él en América y lo remitió al Ministro de
Asuntos Exteriores. Ya sabemos lo bien dispuesto
que estaba siempre para favorecer al Siervo de
Dios el israelita piamontés, Santiago Malvano,
secretario general de dicho ministerio. A él,
pues, dirigió don Bosco su escrito, rogándole lo
transmitiera a su Ministro, que era el honorable
Mancini.
1 El Rosario y la Virgen de Pompeya, año LI,
núm. 5 (sep.-oct. 1934) pág. 280.
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