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reseñas sobre cada una de las casas salesianas,
exigiendo veinte liras por cada colegio.
-Es una artimaña para hacerse con dinero,
observó alguno.
-Las órdenes religiosas no hacen esa clase de
publicidad, añadió otro.
Don Miguel Rúa estaba a favor de semejantes
publicaciones. Don Bosco dejó hablar y, luego, se
expresó así:
-Propongo que se responda que estamos ((**It17.668**))
siempre dispuestos a tomar parte en todo lo que
concierne al bien común, pero que no podemos hacer
lo que quisiéramos, pues vivimos de beneficencia.
Sin duda, será indispensable que cada una de
nuestras casas adquiera un ejemplar de esta obra.
Dígase, pues, que por ahora, nos limitaremos a
estas dos cosas: 1.¦, adquiriremos algunos
ejemplares; y 2.¦, colaboraremos a través de
nuestra librería a difundir el libro, con tal de
que no contenga nada contra la Iglesia Católica.
Demos por asentado que nos conviene participar en
estos catálogos, siempre que no sean contrarios a
nuestras instituciones; pero hay que estar muy
sobre aviso, pues, a veces en tales libros, hay
alguna página contraria al espíritu católico.
íSaben intercalar tan bien su veneno! Estemos
atentos a no cooperar nunca en eso.
Es interesante para nosotros conocer una
manifestación del pensamiento de don Bosco sobre
el Boletín Salesiano. Se la hizo a los Capitulares
en la tarde del día diecisiete de septiembre.
Escuchemos, por última vez, su palabra.
-El Boletín no debe ser una revista particular
para cada nación, como Francia, España, Italia,
etc... sino el órgano general de todas las
naciones, es decir, de toda la Obra Salesiana, no
en particular, sino en general. Recójanse las
noticias de modo que tengan interés para todas las
naciones y que todas las ediciones en las diversas
lenguas sean idénticas. Para ello, imprímase el
Boletín en sus diversas lenguas en la casa madre,
porque así se dará a todos la misma dirección. Es
una arma poderosísima que no debe escapar de las
manos del Rector Mayor.
Estas palabras de don Bosco, defendiendo la
libertad, a la que él no ponía límite para
expresar el propio parecer, despertó oposición de
la que se hizo intérprete don Miguel Rúa,
objetando que el Boletín tenía la finalidad de
pedir limosnas y que, para estimular a que las
dieran los que vivían fuera de Italia, convenía
aludir a temas locales;que él había escrito a
Francia y a América sobre este punto y le habían
respondido aquellos salesianos que se atendrían a
la idea de don Bosco haciendo todo lo posible para
obtener este fin, pero que
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