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de simple cumplimiento, sino que se ejecutaran
como las reglas disponen.
El día veinticuatro de septiembre trató de
regular algunas atribuciones del Ecónomo General,
precisándolas de este modo:
-El Ecónomo deberá poner por obra lo que la
Regla le encomienda y ajustarse a la misma. No
tiene por qué vigilar los trabajos, sino a los que
los llevan entre manos. Entiéndase con las casas
para las obras que hay que realizar, pero no mande
personalmente ejecutarlas. No permita que se haga
ninguna obra de albañilería o modificación, si no
ha sido aprobada previamente por el Capítulo, y
todo ello siguiendo un plano preestablecido y
claro, que haya sido aprobado por el Capítulo
mismo; y procure que los trabajos se ejecuten
fielmente según el plano presentado.
El día dieciséis de noviembre se puso a
discusión una función del Consejero Escolástico,
cargo conferido a don Francisco Cerruti desde el
día siete de noviembre, en sustitución de don
Celestino Durando, que había sido nombrado
Prefecto. Entonces los diversos destinos de los
hermanos, en todas las casas, ((**It17.666**)) se
asignaban a través de cartas firmadas por este
miembro del Capítulo; parecía, por el contrario,
de suma importancia que las obediencias emanasen
de la suprema autoridad, cuando se trataba de
traslados; mientras que la distribución de cargos
era mejor reservársela a los Directores de las
casas. Don Bosco dijo:
-Hasta ahora hemos ido adelante con un sistema
paternalista;
pero, de ahora en adelante, convendrá proceder con
estilo reglamentario, si se quiere mantener el
orden en la Congregación.
Sin embargo, se suspendió toda propuesta de
innovación hasta el inmediato Capítulo General.
Sobre las nuevas atribuciones de don Miguel
Rúa, en su calidad de Vicario, no es preciso
añadir nada a lo ya expuesto. Antes incluso de que
el nombramiento se hiciese efectivo, había
declarado don Bosco en Capítulo, el día veintidós
de junio:
-Es necesario que don Miguel Rúa se libere de
todo quehacer y esté únicamente a las órdenes de
don Bosco; permanezca siempre a su lado, ya que
don Bosco, tal como está, no puede seguir
adelante. Si don Bosco puede delegar todo en don
Miguel Rúa, liberado de toda incumbencia directa,
podrá asesorar con su experiencia y caminar
todavía un poco más. Es preciso que alguien se
ocupe de la beneficencia, con cartas, visitas, no
sólo en Turín sino en Génova, Milán, Roma. Hasta
ahora lo ha hecho don Bosco, pero ya no es capaz
de más y se requiere otro que lo haga en su
nombre.
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