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-Podrá hacerle, dijo, las siguientes preguntas:
>>Te parece estar bien preparado ante Dios? >>Cómo
te regulas en cuanto a moralidad? >>Has tenido
caídas voluntarias? Si contesta afirmativamente,
averígüese si fue fruto del hábito o consecuencia
de circunstancias extraordinarias. Otra pregunta:
>>Cómo te has conducido con tu confesor? Y, si es
el caso de aplazar la decisión, decirle: Mira,
esto nos obliga a ti y a mí; repárate mejor, etc.
En la sesión de la tarde, hizo don Bosco esta
advertencia para cuando los clérigos tienen que
hacer por escrito la petición de órdenes.
-No hay que pretender que los clérigos, llegado
el tiempo, pidan por sí mismos las sagradas
órdenes. Es función del Catequista de la
Congregación el preparar esto y avisárselo a los
interesados.
El día diez de septiembre tocó un tema
delicado. Puede siempre acaecer (puesto que somos
hombres) que, en vísperas de la recepción de
órdenes, un clérigo tenga un choque con su
superior inmediato. He aquí el pensamiento de don
Bosco para estos casos:
-Cuando se hubieran producido roces entre el
ordenando y su superior inmediato, antes de
proceder a las ordenaciones, si se trata de cosas
no esenciales, désele al interesado una nueva
oportunidad, enviándolo a otra casa. No es
conveniente que, bajo los ojos del superior,
ofendido con razón o sin ella, se conceda al
súbdito esta señal de estimación, admitiéndolo a
las órdenes sagradas: parecería como una condena
infligida a la conducta del superior interesado.
Una vez que se ha aplazado la recepción de
órdenes, >>qué norma debe seguir el Capítulo, al
enviar a otra casa al sujeto? La fijó don Bosco
durante la misma reunión, expresándose así:
-Cuando a un clérigo, con vocación cierta o
dudosa, con defectos no graves, pero notables,
convenga diferirle las órdenes, dése aviso de ello
al Director de la ((**It17.664**)) casa a
donde se le envía, para que lo tenga en
observación sobre una u otra cosa. Pero, antes de
mandar al individuo al puesto de destino, dígasele
francamente: -Vete, y ten en cuenta que tus
defectillos exteriores han sido notificados a tu
nuevo Director; si él te avisa de algo, no te
inquietes, porque somos nosotros quienes le hemos
encargado de ello. Sigamos esta norma, cuando se
trata de uno, cuya vocación es incierta, pero que
tiene ingenio suficiente y no hay nada que objetar
sobre moralidad. Conviene vigilarlo, avisarlo,
formarlo y, luego, hacer que vaya adelante. Es,
por tanto, necesario hacerle saber que el
Capítulo, al informar sobre su conducta al
Director, actuó por propio deber y por su bien.
Naturalmente, no era opinión de don Bosco que
los antes aludidos exámenes se hicieran la víspera
del presbiterado:
(**Es17.569**))
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