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((**Es17.569**) -Podrá hacerle, dijo, las siguientes preguntas: >>Te parece estar bien preparado ante Dios? >>Cómo te regulas en cuanto a moralidad? >>Has tenido caídas voluntarias? Si contesta afirmativamente, averígüese si fue fruto del hábito o consecuencia de circunstancias extraordinarias. Otra pregunta: >>Cómo te has conducido con tu confesor? Y, si es el caso de aplazar la decisión, decirle: Mira, esto nos obliga a ti y a mí; repárate mejor, etc. En la sesión de la tarde, hizo don Bosco esta advertencia para cuando los clérigos tienen que hacer por escrito la petición de órdenes. -No hay que pretender que los clérigos, llegado el tiempo, pidan por sí mismos las sagradas órdenes. Es función del Catequista de la Congregación el preparar esto y avisárselo a los interesados. El día diez de septiembre tocó un tema delicado. Puede siempre acaecer (puesto que somos hombres) que, en vísperas de la recepción de órdenes, un clérigo tenga un choque con su superior inmediato. He aquí el pensamiento de don Bosco para estos casos: -Cuando se hubieran producido roces entre el ordenando y su superior inmediato, antes de proceder a las ordenaciones, si se trata de cosas no esenciales, désele al interesado una nueva oportunidad, enviándolo a otra casa. No es conveniente que, bajo los ojos del superior, ofendido con razón o sin ella, se conceda al súbdito esta señal de estimación, admitiéndolo a las órdenes sagradas: parecería como una condena infligida a la conducta del superior interesado. Una vez que se ha aplazado la recepción de órdenes, >>qué norma debe seguir el Capítulo, al enviar a otra casa al sujeto? La fijó don Bosco durante la misma reunión, expresándose así: -Cuando a un clérigo, con vocación cierta o dudosa, con defectos no graves, pero notables, convenga diferirle las órdenes, dése aviso de ello al Director de la ((**It17.664**)) casa a donde se le envía, para que lo tenga en observación sobre una u otra cosa. Pero, antes de mandar al individuo al puesto de destino, dígasele francamente: -Vete, y ten en cuenta que tus defectillos exteriores han sido notificados a tu nuevo Director; si él te avisa de algo, no te inquietes, porque somos nosotros quienes le hemos encargado de ello. Sigamos esta norma, cuando se trata de uno, cuya vocación es incierta, pero que tiene ingenio suficiente y no hay nada que objetar sobre moralidad. Conviene vigilarlo, avisarlo, formarlo y, luego, hacer que vaya adelante. Es, por tanto, necesario hacerle saber que el Capítulo, al informar sobre su conducta al Director, actuó por propio deber y por su bien. Naturalmente, no era opinión de don Bosco que los antes aludidos exámenes se hicieran la víspera del presbiterado: (**Es17.569**))
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