((**Es17.568**)
Después de narrar esto, continuó diciendo el
Santo:
-Por lo demás, seamos ((**It17.662**))
fáciles para aceptar a un aspirante, salvo el caso
en que se trate de un comprobado bribón. Mas, para
admitir a un novicio, obsérvense todas las
formalidades prescritas por la Iglesia. Sin
embargo, para nosotros son suficientes los
decretos. Obsérvese también si, en el aspecto
material y moral, pueden éstos resultar de
utilidad para toda la Congregación. Si esto no
queda claro por un lado o por otro, espérese,
prolónguese la prueba, no se tenga miedo en ir más
despacio.
El día veintinueve de noviembre, dio cuatro
normas especiales para la admisión a los votos.
Fueron las siguientes: 1.¦ El servicio militar
inminente, a un año vista por ejemplo, no debe ser
obstáculo para la profesión religiosa. Para
muchos, es un freno en el ambiente del cuartel.
Quien pierde la vocación puede ser dispensado y
algunos se desligan por sí mismos, no regresando
ya a la Congregación. 2.¦. En cuanto a los votos
trienales, que don Juan Bonetti propone imponer a
todos antes de los votos perpetuos, respondo que
todo el que no estuviese dispuesto a hacer los
votos perpetuos, después del año de noviciado,
remittatur. Estos podrán esforzarse
momentáneamente, pero luego estamos como al
principio. Se puede hacer excepción cuando se
prevé que un individuo será muy útil a la Pía
Sociedad y siempre que, al mismo tiempo, sea de
intachable moralidad. 3.¦. Respecto de la
moralidad, téngase mucho más rigor con quien va a
recibir las órdenes sagradas que con quien
desearía hacer los votos. Pero, en ambos casos,
siempre rigor. Si se trata sólo de pensamientos y
lecturas, se podrá ver, esperar, suspender el
juicio. Si se trata de acciones consigo mismo y
costumbres, entonces mayor severidad; si se trata
sólo de casos esporádicos, raros, déjese pasar el
tiempo y ya se verá. Si se trata de faltas habidas
con otros, resulta dificilísimo que uno cambie.
Las recaídas se repiten también cuando el
interesado se ha consagrado a Dios. 4.¦.
Recuérdese siempre que hoy no se ponen
dificultades a los que son simplemente ilegítimos;
pero, tanto la Iglesia, como el Papa y los
Obispos, recomiendan tajantemente que los
bastardos sean excluidos de las órdenes y de los
votos.
Pasemos ahora a normas más específicas para los
ordenandos. Dos recomendaciones hizo don Bosco el
día nueve de septiembre, ambas ((**It17.663**))
referidas al momento de la petición. En la sesión
de la mañana, insistió en la necesidad de que un
superior, antes de despedir a un clérigo que desea
recibir órdenes mayores, lo llamase a un coloquio
confidencial para poderle dar un consejo oportuno
y no proceder a ciegas.
(**Es17.568**))
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