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Apenas salió, todos le rodearon ansiosos por saber
si su fundador moriría. El padre Reffo se lo
preguntó. Y don Bosco respondió:
-Por esta vez, todavía saldrá bien; por lo
menos, así lo pienso. Tiene que seguir cuidando
esta planta.
Quería decir su familia religiosa. Los
presentes se arrodillaron para que los bendijera y
se levantaron con la seguridad de que el teólogo
Murialdo curaría.
En efecto, a partir de aquella tarde, mejoró
progresivamente. Tres días después, le visitó el
cardenal Alimonda y comprobó su buen estado, que
fue progresando cada día más hasta recobrar la
perfecta salud.
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Conversando después con los Padres de la Comunidad
dijo:
-Don Bosco y el teólogo Murialdo son dos perlas
de mi diócesis 1.
A finales de mayo, don Bosco recibió de Tolón
una carta del canónigo RouviŠre, párroco de San
Luis, proponiéndole iniciar las gestiones para
introducir en Roma la causa del jovencito Luis
Colle. Uno de los motivos que impelían a aquel
eclesiástico a formular tal iniciativa era lo que
le habían referido en el monasterio del Buen
Pastor de aquella ciudad. La Superiora, sor María
de Santa Leocadia, en el día aniversario de la
muerte de Luis, convencida de que sus padres
estuviesen en Tolón, se atrevía a escribirles con
el fin de suavizar un poco su dolor, cuando una
voz interior le dijo clarísimamente:
-Es inútil que les escribas, pues están ahora
en Turín, donde don Bosco les proporciona en
abundancia los consuelos que necesitan.
Estas palabras produjeron en la religiosa una
certeza tan absoluta que entró una hermana
instantes después en su celda y le afirmó con
total seguridad:
-No escribo a los señores Colle porque no están
aquí, sino con don Bosco en Turín.
->>Y quién se lo ha dicho a usted, Madre?,
preguntó la monjita.
-Su ángel, el mismo Luis: estoy segura de ello.
Y así era en verdad. Más tarde, como escaseara
el agua en el convento, recurrió la Superiora
confiadamente a Luis y parecióle oír de sus labios
la promesa de que su petición sería escuchada y
que llegaría el agua. Y, en efecto, llegó
veinticuatro horas después. En
1 E. REFFO, Il teol. Leonardo Murialdo,
Fondatore dei PP. Giuseppini (1828-1900), 3.¦ ed.
Turín, Tip. <>, 1931, págs. 306-308.
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