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((**Es17.559**) curó del todo. Hay que hacer constar que el Siervo de Dios había tranquilizado a la afligida señora, diciéndole: -No muere todavía; tengo que irme yo primero. Es más, unos días antes de que don Francisco Giacomelli se metiese en cama, don Bosco le había invitado a comer y, al verle oprimido por una profunda depresión, le había dicho para animarle un poco y en presencia de todos los miembros del Capítulo Superior: -íEstáte tranquilo, no temas, buen hombre! Te tocará asistir a don Bosco en punto de muerte. Y, tal como lo predijo, así sucedió. Otra predicción hecha al salesiano don Augusto Amossi se cumplió al pie de la letra. En otoño del 1885, había sido trasladado de Lanzo a Randazzo. Como tenía a su madre anciana y enferma, temía fundadamente no poderla volver a ver, ante la dificultad para acudir desde Sicilia a Piamonte, dado el caso de un inminente desenlace. Manifestó su pesadumbre a don Bosco, pero él, después de escucharle con bondad, le respondió: -Vete tranquilamente a Randazzo. Te aseguro ((**It17.652**)) que, mientras los Superiores te tengan allí, no pasará nada. Y luego, parándose un poquito a pensar, añadió: -Ahora vas a Randazzo, pero no estarás allí mucho tiempo. Regresarás a Lanzo. El joven sacerdote estuvo en Randazzo tres años; en todo aquel tiempo, su madre no empeoró lo más mínimo; en cambio, tan pronto como volvió destinado a Lanzo, ella se puso mal de nuevo y falleció el día cuatro de abril de 1889 1. Se atribuye el mérito de otra curación a don Bosco. El último día del año 1884, tras una fiebre reumática y un catarro bronquial, el teólogo Leonardo Murialdo era atacado por una pulmonía de carácter maligno y los médicos desesperaban de poderla vencer. Los Josefinos, consternados, recordando las antiguas relaciones de su Padre con don Bosco, pensaron recurrir a él, con la confianza de obtener un milagro. Así, pues, el día ocho de enero, perdida toda esperanza humana para el enfermo, escribieron a don José Lazzero que suplicase a don Bosco una bendición especial; llegó inmediatamente la respuesta de que aquella tarde iba don Bosco en persona a llevar la bendición pedida.. Fue, efectivamente, con don Juan Bautista Lemoyne; entró en la habitación del enfermo, estuvo una media hora con él y lo bendijo. 1 Carta de don Augusto Amossi a don Juan Bautista Lemoyne, Lanzo, 8 de abril de 1889. (**Es17.559**))
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