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luz, aquella claridad, en suma, un espectáculo
semejante? Se puede gozar de él, pero no se puede
describir.
En éste y en otros recorridos había muchos que
me acompañaban y que me animaban y animaban
también a los Salesianos para que no se detuviesen
en su camino. Entre los que me llevaban de la mano
y me obligaban, por así decirlo, a seguir
adelante, estaba el querido Luis Colle y muchos
escuadrones de ángeles, los cuales hacían eco a
los cánticos de los jovencitos que estaban
alrededor de él.
Me pareció, pues, estar en el centro del Africa
en un extensísimo desierto viendo escrito en el
suelo con grandes caracteres: <>. En medio
estaba el Angel de Cam, el cual decía:
-Cessabit maledictum y la bendición del Creador
descenderá sobre sus hijos réprobos y la miel y el
bálsamo curarán las mordeduras causadas por las
serpientes; después serán cubiertas las torpezas
de los hijos de Cam.
Todos aquellos pueblos estaban desnudos.
Finalmente me pareció estar en Australia.
Aquí había también un ángel, pero no tenía
nombre alguno. El guiaba, caminaba y hacía caminar
a la gente hacia el mediodía. Australia no era un
continente sino un conjunto de numerosas islas
cuyos habitantes diferían en carácter y formas
externas. Una multitud de niños, que vivían allí,
intentaban venir hacia nosotros, pero se lo
impedían la distancia y las aguas que nos
separaban.
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Tendían las manos hacia don Bosco y hacia los
Salesianos, diciendo:
-íVenid en nuestro auxilio! >>Por qué no
continuáis la obra que vuestros padres han
comenzado?
Muchos se detuvieron; otros, haciendo mil
esfuerzos, pasaron en medio de los animales
feroces y vinieron a mezclarse con los Salesianos,
a los cuales yo no conocía y comenzaron a cantar:
-Benedictus qui venit in nomine Domini.
A cierta distancia se veían grupos de
innumerables islas, pero yo no podía distinguir
sus características. Me pareció que todo aquel
conjunto indicaba que la Divina Providencia
ofrecía una porción del campo evangélico a los
Salesianos, mas para un futuro lejano. Sus fatigas
darán su fruto, porque la mano del Señor estará
constante con ellos, si saben agradecer sus
favores.
Si pudiera embalsamar y conservar vivos a unos
cincuenta Salesianos de los que ahora están entre
nosotros, de aquí a quinientos años verían qué
destino tan estupendo nos reserva la Providencia,
si somos fieles.
De aquí a ciento cincuenta o doscientos años,
los Salesianos serán dueños de todo el mundo.
Nosotros seremos bien vistos siempre, aun de
los malos, porque nuestro campo especial es de tal
naturaleza que se atrae las simpatías de todos,
buenos y malos. Habrá alguna mala cabeza que nos
quiera destruir, pero serán intentos aislados que
no tendrán el apoyo de los demás.
Todo estriba en que los Salesianos no se dejen
llevar del amor a las comodidades y de la desgana
en el trabajo. Manteniendo solamente nuestras
obras ya existentes y evitando el vicio de la
gula, la Congregación Salesiana ha asegurado su
porvenir.
La Congregación prosperará, aun materialmente,
si procuramos sostener y extender el Boletín y la
obra de los Hijos de María Auxiliadora. íSon tan
buenos muchos de estos hijos! Su institución nos
dará Hermanos decididos a mantenerse en su
vocación.
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