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y muchachas de diversa procedencia y de vario
color, los cuales acudían allí a las escuelas y a
los oratorios festivos. Monseñor encontró, a su
llegada a estas dos localidades, ((**It17.635**)) las
cosas tan bien encaminadas que, después de visitar
aquellas comunidades juveniles en la orilla
derecha e izquierda del río, exclamó:
-íAquí tenemos nuestro Oratorio de Turín en
pequeño!
Siguiendo el ejemplo de don Bosco, Monseñor
esperaba que, por los hijos, vendría la salvación
de los padres. Desgraciadamente los hombres, sin
excluir a los italianos, habían perdido hasta la
idea de las prácticas religiosas. Estaban, como
solía decirse por allí 1, <>. El
ansia de lucro y el abandono en que habían vivido,
durante tanto tiempo, de todo lo espiritual,
habían producido sus desastrosas consecuencias.
Ya en cierta ocasión, había dicho don Bosco:
-Si yo tuviese dos mil sacerdotes para
enviarlos a Patagonia y a las Pampas, sabría en
qué emplearlos.
Hubo entonces quien sonrió al oírle decir esto,
como si hubiese exagerado; pero los Salesianos,
cuanto más exploraban aquellas tierras, más se
convencían de que las palabras de don Bosco
encerraban un gran fondo de verdad. Al recorrer a
caballo tan inmensas extensiones, encontraban
colonias alejadísimas unas de otras y lejos de
todo consorcio propiamente civil, que no eran
visitadas nunca por el sacerdote y casi reducidas,
en cuanto a religión, al estado salvaje; además de
esto, el país iba camino de poblarse cada día más.
Quedaban por añadidura numerosas tribus de indios,
que se agolpaban a los pies de la Cordillera y a
los que nadie buscaba más que para esclavizarlos.
A la vista de tantas miserias espirituales, don
Angel Piccono, enviado en agosto a Viedma para
substituir al párroco don Tadeo Remotti, enfermo,
escribía el veinticinco de aquel mes a don José
Lazzero: <>.
íPobres indios, cuya existencia incluso se
hubiera querido ((**It17.636**)) negar
ante el mundo civilizado! Pero los hechos podían
más que las reticencias burocráticas. La Nación de
Buenos Aires publicaba, en el número del día
primero de noviembre, la relación de una discusión
habida en el Parlamento Argentino, sobre si había
indios y cómo se
1 Carta de don Antonio Riccardi a don Bosco,
Carmen de Patagones, 20 de agosto de 1885.
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