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libertad suficiente para instruirlos y
bautizarlos, tuvo que sostener inicialmente luchas
encarnizadas.
Aquellas incipientes poblaciones, compuestas de
indios convertidos y de cristianos pervertidos, al
oír la noticia de su llegada, ansiaban ver al
enviado del Papa y conocer a un Obispo; pero no
iban más allá de la simple curiosidad. Monseñor se
dio cuenta muy pronto de que sus esperanzas tenían
que fundarse sobre las nuevas generaciones; por lo
cual, encaminaba sus esfuerzos a granjearse el
afecto de los muchachos y las muchachas. Los
Salesianos y las Hermanas ya habían obtenido algo
con sus dos colegios en Patagones y en Viedma; en
ellos, encontraba una encantadora confianza y
sencillez. Los numerosos alumnos de las mismas
unos eran internos y otros externos. El oratorio
festivo completaba la obra.
Pero era necesario que el Vicario Apostólico
pensara, al propio tiempo, en las misiones
propiamente dichas. Envió para ello al intrépido
don Domingo Milanesio, en compañía de un
coadjutor, a hacer una excursión para preparar el
terreno de su próxima visita; don José Fagnano,
por su parte, había despertado gran expectación
entre los indios Linares. Antes de lanzarse a la
empresa envió una relación oficial a Propaganda
sobre el estado de su escabrosa misión, y también
a la Propagación de la Fe.
Monseñor Cagliero daba estas y otras noticias a
don Miguel Rúa en una carta del día treinta de
julio, en la que decía de los Salesianos de allí:
<((**It17.626**)) que le
aman y le hacen amar>>. Esta carta le mereció otra
bellísima de don Bosco.
Mi querido Cagliero:
Tu carta me ha dado un gran alegrón y, aunque
mi vista se ha debilitado mucho, he querido leerla
yo mismo de punta a cabo, a pesar de esa
caligrafía, que dices haber aprendido de mí, pero
que ha degenerado de su forma primitiva. A las
cuestiones de administración, ya contestarán otros
por mí. Por mi parte, te diré lo que sigue.
Cuando escribas a la Propagación de la Fe y a
la Obra de la Santa Infancia, procura que entre en
el cálculo todo lo que en diversos tiempos han
hecho los Salesianos. Creo que tienes los módulos
que te han de servir para exponer nuestras cosas a
estos Presidentes, que también reciben de buen
grado los escritos en italiano, cuando hubiese
dificultades en la lengua francesa. Si no basta
una carta, escribe también varias en torno a las
excursiones de don José Fagnano, don Domingo
Milanesio, don José María Beauvoir, etc. Nótese
particularmente (el número de) bautizados,
confirmados, instruidos, albergados en internados
en el pasado o en el presente. No olvidar que, en
la exposición para la Propaganda, se diga todo,
pero de modo general. Para la Propaganda de la Fe,
viajes, comercio y descubrimientos; para la Santa
Infancia se
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