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María Auxiliadora parecía asistirlos de una
manera tangible. En la colonia de San Cayetano,
constituída por unas cincuenta familias, había una
pobre enferma, que llevaba cuatro días sin comer,
beber, ni hablar y era víctima de unas
contorsiones nerviosas tan violentas, que les
costaba mucho trabajo a cuatro hombres frenar su
agitación. El médico no podía comprenderlo.
Habiendo rogado repetidas veces a don Lorenzo
Giordano que fuese a visitarla y, no pudiendo de
momento ausentarse de casa, aconsejó que
comenzaran una novena en honor de María
Auxiliadora. Por fin, el día veinte de junio fue a
la colonia y, al entrar en la habitación de la
enferma, la encontró rodeada de unas treinta
personas. No respondía a las preguntas que se le
hacían más que rechinando los dientes y
agitándose. Don Lorenzo Giordano hizo que los
presentes se arrodillaran y rezó con ellos tres
avemarías y la invocación María Auxilium
Christianorum, ora pro nobis. ((**It17.622**))
Después la bendijo e invitó a todos a salir por
ver si era posible disponerla para recibir la
absolución, puesto que, antes de encontrarse en
aquel estado, había expresado el deseo de
confesarse. Pues bien, de pronto, mientras volvía
él a recomendarla a María Auxiliadora, la oyó
exclamar:
-íMe siento mejor!
La confesó, volvieron a entrar los parientes y
amigos y ella se mostraba tranquila y con ganas de
hablar. Se apoderó de todos una honda emoción y
don Lorenzo aprovechó la ocasión para decir dos
palabras sobre la intercesión de María Santísima.
Despertóse en los corazones la fe adormecida y
vacilante, y la gracia material vino a ser fuente
de copiosas gracias espirituales.
Mientras tanto, don Lorenzo Giordano y los
suyos estaban impacientes por dedicarse a la obra,
que constituía el objeto principal de su llegada;
por lo cual, suplicaban al Inspector que volviese
a Sao Paulo y, con su fogosa palabra, despertara
la buena voluntad de los adinerados. Don Luis
Lasagna quiso contentarlos. Volvió, pues, a ver a
los antiguos conocidos; tanto hizo y tanto dijo
que no mucho tiempo después se volvieron a
acometer y activar las obras de construcción.
Don Bosco, durante los ejercicios de los
hermanos en San Benigno, pensó también en el nuevo
director, don Lorenzo Giordano, a quien escribió
esta hermosa carta.
Muy querido Giordano:
Con mucha alegría y junto a tus compañeros he
recibido tus cartas y se las he leído en estos
ejercicios espirituales. Nos serán muy gratas
estas cartas siempre que las envíes.
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