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D'Hulst; pero, el día veinticuatro de noviembre,
recibió una respuesta que nos explica la frialdad
encontrada hasta entonces. Personalmente, ni el
uno ni el otro disponían de medios suficientes
para prestar una ayuda que mereciera la pena. Y,
en cuanto a hacer ellos propaganda, objetaban:
<>.
((**It17.611**)) Así
opinaban aquellos dos hombres insignes; por lo
demás, la historia, de las obras de don Bosco nos
enseña, vez por vez, que éstas no se consolidaban
por el mérito y la influencia de los hombres, sino
con la próvida ayuda de María Auxiliadora; la obra
de París iba a dar de ello una nueva prueba,
Informado don Bosco en Turín, por don Carlos
Bellamy, de los asuntos económicos que atravesaba
su casa, le había dicho con su acostumbrada
sencillez y cordialidad:
-Arranque de Dios milagros y ya verá cómo no le
faltan los medios.
Don Carlos Bellamy tomó al pie de la letra sus
palabras. Antes de que terminase el año, hizo con
los muchachos de Ménilmontant una novena a María
Auxiliadora por la curación del hijo de una
familia rica, el cual había recibido una gravísima
herida, y vino la curación de un modo
verdaderamente prodigioso 1. Este hecho
providencial fue el principio de muchas
bendiciones.
Hemos nombrado hace poco a los condes de
Cessac-Montesquiou. Don Bosco había dicho de la
Condesa, en carta al director don Carlos Bellamy:
<
>. La señora lo entendió
exactamente así; tal era la estima en que tenía al
Siervo de Dios. Dos o tres veces por semana, se
presentaba allí para informarse minuciosamente de
todo. No hubo rincón de la casa que no recordase
después algún rasgo de su esplendidez. Había
perdido un hijo de veinticinco
1 Bull. Sal., enero 1886.
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