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en Dios, que es nuestro padre; implorémosle, pero
no nos apartemos del camino recto; buena conducta
y frecuente comunión y la Sma. Virgen cumplirá su
oficio de madre, no tengamos miedo.
Ignoro si podremos hablar en los ejercicios
espirituales; pero, mientras tanto, comienza por
enviar a don Miguel Rúa una relación de cuanto
necesitas y, luego unos con otros, proveeremos a
todo. Creo que ya tendrás noticia del problema de
La Navarre. Por lo que respecta a nosotros, se ha
procedido rápidamente. Ahora tú, da curso a lo de
Santa Margarita.
Dime a grandes rasgos si nuestro querido, pero
pobrecito don Camilo de Barruel sigue con sus
ideas fijas o si da señales de alguna remota
mejoría, ya que a sus parientes les parece que, en
su estado actual, no está en condiciones de poder
atender a las confesiones de los fieles 1.
Ofreceos para acoger a los huérfanos del cólera
como el año pasado. Dios nos ayudará.
Mi salud iba empeorando cada día desde hace
algún tiempo, pero ahora, mientras te escribo, me
parece estar perfectamente. Pienso que ello sea
efecto del gran gusto con que te escribo.
Dirás a nuestros amigos y bienhechores que,
cada día, hacemos por ellos oraciones en la misa y
en las prácticas de piedad que rezamos por la
mañana y por la tarde ante el altar de María
Auxiliadora. Me darás un gran gusto si me
comunicas noticias de los de ahí y me encomiendas
a sus oraciones particulares.
Dios os bendiga, a ti y a tu comunidad, a los
novicios, a las hermanas, y os conserve a todos en
su santa gracia.
Todos te saludan en J. C. Siempre tuyo
Turín, 9 de agosto de 1885
Afectísimo amigo,
JUAN BOSCO, Pbro.
P.D. Muchos de Marsella prometieron venir
contigo a los ejercicios espirituales. Pienso que
ahora es imposible. Haz como mejor puedas en estos
casos. Te doy todos los poderes necesarios.
Esta carta fue de gran satisfacción para don
Pablo Albera, ya que tenía mucha necesidad de
consuelo. Las enfermedades, las deudas, las
diversas preocupaciones por las tres casas
cercanas de San León, Santa Margarita y la de las
Hermanas, si no le hacían perder la paciencia,
abatían ((**It17.608**))
ciertamente el ánimo del pobre Inspector que, el 4
de julio, había escrito a don Juan Bonetti: <(**Es17.521**))
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