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Después de esta comunicación, pasaban los meses
y no había respuesta. Don Bosco, al presentar sus
felicitaciones navideñas al Nuncio Apostólico,
debió aludir a este inexplicable silencio, puesto
que Monseñor le escribía el día 5 de enero de 1887
1: <((**It17.606**)) se
haya dado adecuada respuesta a la comunicación con
que usted remitió al senador Silvela el proyecto
de contrato que se le pidió; creo que, uno de
estos días, tendré ocasión de ponerme al habla con
algún miembro de la familia del indicado señor, y
esté usted seguro de que no dejaré escapar la
ocasión de confirmar mi personal benevolencia
hacia la Congregación Salesiana>>. No faltarían
aclaraciones orales o escritas, pero es el hecho
que aquí se acaban nuestros datos de archivo.
Puesto que fueron llamados para dirigir el colegio
los Terciarios regulares franciscanos, que
mantuvieron íntegramente el estilo de
Reformatorio, no es aventurada la hipótesis de que
la Comisión se negara a acceder a la exigencia
fundamental de don Bosco sobre este punto. Los
Salesianos llegaron más tarde a Madrid, con su
talante genuino, once años después de la muerte
del Santo.
Desde España, se propagó el cólera a las
regiones del sur de Francia, por donde se difundió
rápidamente, aunque con menor violencia que el año
anterior. Una víctima notable del mismo fue
monseñor Forcade, arzobispo de Aix, que cayó
enfermo en pleno ejercicio ministerial, asistiendo
a los apestados. Esta pérdida afectó a los
Salesianos, ya que no sólo era un celoso
cooperador, sino también un gran bienhechor. En
1881 2 había ido expresamente a Marsella para dar
a los Cooperadores Salesianos aquella conferencia,
en la que comparó a don Bosco con Napoleón I,
proclamándolo más grande que el Emperador francés
por haber llevado sus huestes de combate
apostólico hasta Patagonia. Don Bosco tuvo un
recuerdo de él en una sesión del Capítulo, el día
dieciséis de septiembre, y ordenó que se hiciese
una oportuna reseña en el Boletín italiano y en el
francés.
Cuando supo las primeras noticias de la
epidemia, escribió a don Pablo Albera:
Queridísimo Pablo:
Parece ser que tampoco escasean las
tribulaciones en nuestras casas de Marsella.
Cuando Dios pasa, hace ciertamente justicia; pero
siempre deja tras de sí su misericordia y su
bendición. Primero fue ((**It17.607**)) la
viruela 3; ahora nos viene el cólera. Confiemos
1 Ap. Doc. núm. 93.
2 Vol. XV, pág. 53.
3 La viruela visitó la casa en el mes de julio;
hubo en seguida unos treinta casos. Desde allí
(**Es17.520**))
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