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((**Es17.52**) Pero ellas no se desconcertaban, sino que se consideraban felices por haberle abierto su corazón y recibir de él algún buen consejo. Recibió en Marsella una carta muy conmovedora de París. En el año 1883 había bendecido allí a una muchachita de unos diez años, dejando en ella tal impresión de bondad, que quedó como santamente sugestionada. Habiéndose enterado de los apuros económicos de don Bosco, la niña guardó desde entonces en adelante todo el dinero que recibía como regalo, sin gastar ni un céntimo, como acostumbran los niños para chucherías o juguetes; y cuando tuvo reunidos cien francos, se los envió con una cartita suya, acompañada por otra de la madre 1. Cerca de Marsella estaba la casa de la Providencia, abierta en otoño de 1883 para los novicios franceses. Ya hemos hablado del sueño, en el que don Bosco había visto claramente tres años antes el lugar del futuro noviciado 2; nos falta ahora completar la narración y hablar de la visita que hizo el Santo. El año 1883 la señora parisiense Pastré, después de haber oído a don Bosco en la Madeleine, quiso a toda costa abrirse paso entre el inmenso gentío para llegar hasta él, hablarle en la sacristía y poner en sus manos una limosna, como veía que hacían muchas otras señoras; después, rebosando alegría, se fue. No mucho más tarde cayó enferma la hija y se agravó hasta llegar a las puertas de la muerte. Con aquellos días de preocupación coincidió el día ((**It17.50**)) onomástico de la madre y he aquí que la víspera le llegaba una carta de don Bosco con la felicitación y la promesa de que la hija curaría; que empezara, por tanto, una novena a María Auxiliadora, al tiempo que él unía desde Turín sus oraciones a las de ella. >>Cómo había podido enterarse don Bosco de la enferma? >>Y cómo podía conocer con tal precisión la calle y número de su casa? Impresionada por el doble enigma, empezó con fervor la novena. Al tercer día, la hija, que hacía días no probaba bocado, pedía de comer. Volvió a pedirlo por segunda y tercera vez; después se levantó y pudo caminar y, una vez terminada la novena, fue a la iglesia para dar gracias a la Virgen. Toda la familia, fuera de sí por la alegría, estudiaba cómo demostrar su agradecimiento cuando se supo que don Bosco necesitaba una casa cerca de Marsella para instalar a sus novicios, y la señora que, además de algunas fincas por los alrededores de París, poseía otras dos 1 Bull. Salés mayo 1884. 2 Véase Vol. XV, pág. 57.(**Es17.52**))
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