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Excelencia:
Tenga la bondad de perdonarnos, si hemos
tardado tanto en enviar el proyecto de convenio
entre esa Excelentísima Comisión y el que
suscribe. Al regresar de mi largo viaje, me he
encontrado apremiado por tantas ocupaciones que no
me fue posible hasta hoy cumplir con mi deseo.
Adjuntamos el proyecto que V, E., con la
mencionada Comisión, tendrá a bien examinar y
hacernos las observaciones que le parezcan
oportunas. El texto es incompleto; falta, por
ejemplo, señalar la fecha en que debería abrirse
el Colegio; esto se ha hecho de intento, puesto
que, cuando estemos de acuerdo en los puntos
esenciales, se podrá fácilmente completar,
añadiendo lo que ahora se ha omitido.
Encontrarán en el mismo algo que, acaso,
hallará dificultad ante la Comisión, por ejemplo,
lo que se establece en el artículo segundo de no
admitir a ninguno que esté pendiente de sentencia
de condena. A este propósito, le daré algunas
explicaciones: nuestro deseo sería que los jóvenes
que salgan de este nuevo Colegio, destinado a su
educación civil y cristiana, no tengan que
soportar ninguna marca infamante. Si se dijese que
salen de una casa de corrección, de un
reformatorio, sería una mancha para toda su vida.
Nosotros deseamos que sea abolida toda marca que
pueda inducir al público a creer que es un
correccional. Para lograr este intento, somos
((**It17.605**)) del
parecer que el centro se denomine Residencia o
Instituto y no Reformatorio o Patronato, etc.;
deseamos también que, al menos durante cinco años,
no sea admitido ninguno que esté sujeto a condena,
precisamente para acostumbrar al público a no
considerarlo como correccional. Se desea también
esto para tener mayor comodidad de proporcionar al
nuevo Instituto un buen conjunto de jóvenes bien
preparados, que sirvan para encaminar más
fácilmente al trabajo y a la virtud a los que
entrarán posteriormente. Tras el primer
quinquenio, esperamos poder admitir también en
corto número cada vez, a muchachos que hayan
sufrido condena; pero convendrá que también
entonces se haga lo posible para que la cosa no
trascienda al público. Así se actúa en diversos
colegios de otros países, donde, a la chita
callando y sin decir nada en público, la Dirección
de Policía recomienda de vez en cuando jóvenes
desgraciados, sin que las instituciones o los
interesados tengan nada que perder de su buen
nombre. Espero que también V. E. y la Comisión
sabrán apreciar estas razones.
En cuanto a la pensión diaria a asignar a los
muchachos y a la cantidad anual para el personal
dirigente, etc., lo hemos dejado en blanco,
esperando la propuesta que nos haga la Comisión.
Quizás habrá que tener en cuenta la distancia del
viaje.
Nos resta aún un detalle que hacer notar y es
que, tratándose de un instituto para muchachos,
nos parecería más oportuno darle el título de un
santo, mejor que el de una santa. Se podría, por
ejemplo, ponerlo bajo la protección y el título de
San Isidro.
Otra cosa me queda por decir, con gran pesar
por mi parte, y es que, dada la escasez de mi
personal, aún no me será posible acceder a su
deseo y mío hasta dentro de algún tiempo. Habrá
que esperar acaso hasta 1888 o 1889, antes de que
yo pueda tener personal disponible para esa
empresa.
En espera de las consideraciones que V. E. y la
Comisión hagan a este proyecto, ruego al Señor
juntamente con mis hijos, que colme de sus dones a
V. E. y a todos los honorables Miembros de la
Comisión y, con toda estima, tengo el gusto de
profesarme,
De V. E. Ilma.
Turín, 8 de julio de 1886
Seguro servidor,
JUAN BOSCO, Pbro.
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