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Regresaron a Madrid y, un mes después,
escribieron a don Juan Branda, invitándole a que
fuera a la Capital. Don Juan Branda se excusó
diciendo que consideraba inútil el viaje y que
tenía personas enfermas en casa. Ocho días más
tarde, recibía una carta de monseñor Rampolla,
Nuncio Apostólico, renovándole la invitación. Ya
no pudo negarse. Le esperaban en la estación los
señores Lastres y Silvela.
Presentóse en la Nunciatura y el señor Nuncio
le exhortó a comenzar los trámites, asegurándole
que era expreso deseo del Rey, quien prometía su
apoyo.
Al día siguiente se reunió toda la Comisión,
compuesta por senadores, diputados y banqueros.
Asignóse a don Juan Branda el puesto de
preferencia. Los criterios de aquellos señores no
concordaban con los principios que regulan nuestro
sistema educativo, totalmente desconocido para
ellos; no obstante, con tal de conseguir su
intento, manifestaban que querían dejar total
libertad de acción. Que la ley había sido aprobada
por las Cortes, pero que ellos podrían remodelarla
o modificarla; que su intención era que la
juventud fuese atendida; que la obra no iba a ser
del Gobierno, sino privada. Que se escribiese a
don Bosco, asegurándole que la casa en
construcción sería de su propiedad. Que se haría
la escritura notarial correspondiente y que don
Bosco sería muy libre de actuar como más le
agradase; que no tendría el más mínimo obstáculo
en la dirección de la misma. ((**It17.598**)) Que,
si quería que se le ayudase, le ayudarían; pero
que, si no quisiese, sino que desease obrar por sí
mismo, se inhibirían. Así se expresaba, en nombre
de los demás, el ministro Silvela.
Cuando se discutió la propuesta en Capítulo (y
esto fue el día 22 de septiembre de 1885), don
Bosco, después de oír la relación, exclamó:
-íParís, Madrid, Trento! íQué nuevo e inmenso
horizonte tiene la Congregación Salesiana!
Don Celestino Durando observó que, si se
hiciese una pequeña pausa en la fiebre expansiva,
se podría cómodamente haber podido abrir una casa
cada año, sin debilitar a la Congregación.
Pero don Bosco, haciendo caso omiso de la
intervención, repuso:
-Ved cómo la Providencia guía a la Congregación
Salesiana.
Pensad que, al abrir casas, no nos dábamos cuenta
exacta de lo que íbamos a hacer. Más aún: no
debemos considerar sólo el bien que se hace en
nuestras casas o a los jóvenes, sino el que de
rechazo hacen los demás a través de nuestro
influjo, sin ningún trabajo por nuestra parte...
íLa Spezia! Fuimos allí sin ayuda de nadie y fue
un golpe mortal para el
(**Es17.513**))
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