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3.¦, los peligrosos, pero aún no incursos contra
la ley, por no ser todavía responsables de sus
actos; 4.¦, los muchachos díscolos de familias
acomodadas que precisaban educación especial, a
fin de no manchar la buena fama de sus respectivas
familias.
En este punto estaban las cosas, cuando un
senador donó a la Comisión, para esta finalidad,
un buen espacio de su finca, cerca de Madrid, en
cuya área se comenzó a construir un grandioso
edificio. Estaban ya levantadas dos alas del
mismo, cuando llegó a oídos del señor Lastres la
noticia de la casa salesiana de Barcelona. Mandó
suspender inmediatamente las obras y escribió a un
banquero de aquella ciudad, el cual envió
primeramente a Sarriá un secretario suyo y luego
fue él en persona. Estos señores no hablaban más
que de Reformatorio, según el estilo de las
conocidas casas de corrección; pero don Juan
Branda les respondía que no era aquélla la
finalidad de los Salesianos y les regaló el libro
de D'Espiney, para que se percatasen del sistema
de don Bosco. Hubiera preferido darles la obrita
de Du Boys, pero no tenía ningún ejemplar.
Refiriendo más tarde a don Bosco este último
detalle de los libros, díjole el Santo:
-En estos casos, es mejor ofrecer el de Du
Boys. El del doctor D'Espiney es bueno para las
personas piadosas e induce a abrir los bolsillos,
en tanto que el otro da a concer mejor nuestro
sistema y ha acertado a interpretar el espíritu de
nuestra Sociedad. Al principio, don Bosco sentía
aversión a permitir que se publicaran cosas que le
afectaban personalmente; pero ahora que la suerte
está echada, hay que ir adelante. Hay que difundir
el libro de Du Boys cuanto ((**It17.597**)) se
pueda, venderlo, regalarlo si es necesario, porque
nos da a conocer con nuestro auténtico aspecto.
Volvamos a nuestro relato. Dos meses después de
aquellas visitas, don Juan Branda vio llegar a
Sarriá al diputado Lastres con otro señor, y le
rogaban poder visitar detenidamente la casa.
También estos señores no pensaban más que en
Reformatorios. Don Juan Branda, por el contrario,
no se cansaba de repetir que, si se trataba de
casas correccionales, buscasen por otro lado,
puesto que no era tal la finalidad de la
Congregación de don Bosco; que fueran, por
ejemplo, a visitar la cercana institución oficial
de corrección, dirigida por los Hermanos de San
Pedro ad Víncula.
Fueron allí efectivamente, por pura formalidad;
pero regresaron de nuevo y estuvieron un día
entero en la casa, examinando su funcionamiento,
sus reglamentos y costumbres, y concluyeron que
era preciso escribir a don Bosco.
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