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((**Es17.512**) 3.¦, los peligrosos, pero aún no incursos contra la ley, por no ser todavía responsables de sus actos; 4.¦, los muchachos díscolos de familias acomodadas que precisaban educación especial, a fin de no manchar la buena fama de sus respectivas familias. En este punto estaban las cosas, cuando un senador donó a la Comisión, para esta finalidad, un buen espacio de su finca, cerca de Madrid, en cuya área se comenzó a construir un grandioso edificio. Estaban ya levantadas dos alas del mismo, cuando llegó a oídos del señor Lastres la noticia de la casa salesiana de Barcelona. Mandó suspender inmediatamente las obras y escribió a un banquero de aquella ciudad, el cual envió primeramente a Sarriá un secretario suyo y luego fue él en persona. Estos señores no hablaban más que de Reformatorio, según el estilo de las conocidas casas de corrección; pero don Juan Branda les respondía que no era aquélla la finalidad de los Salesianos y les regaló el libro de D'Espiney, para que se percatasen del sistema de don Bosco. Hubiera preferido darles la obrita de Du Boys, pero no tenía ningún ejemplar. Refiriendo más tarde a don Bosco este último detalle de los libros, díjole el Santo: -En estos casos, es mejor ofrecer el de Du Boys. El del doctor D'Espiney es bueno para las personas piadosas e induce a abrir los bolsillos, en tanto que el otro da a concer mejor nuestro sistema y ha acertado a interpretar el espíritu de nuestra Sociedad. Al principio, don Bosco sentía aversión a permitir que se publicaran cosas que le afectaban personalmente; pero ahora que la suerte está echada, hay que ir adelante. Hay que difundir el libro de Du Boys cuanto ((**It17.597**)) se pueda, venderlo, regalarlo si es necesario, porque nos da a conocer con nuestro auténtico aspecto. Volvamos a nuestro relato. Dos meses después de aquellas visitas, don Juan Branda vio llegar a Sarriá al diputado Lastres con otro señor, y le rogaban poder visitar detenidamente la casa. También estos señores no pensaban más que en Reformatorios. Don Juan Branda, por el contrario, no se cansaba de repetir que, si se trataba de casas correccionales, buscasen por otro lado, puesto que no era tal la finalidad de la Congregación de don Bosco; que fueran, por ejemplo, a visitar la cercana institución oficial de corrección, dirigida por los Hermanos de San Pedro ad Víncula. Fueron allí efectivamente, por pura formalidad; pero regresaron de nuevo y estuvieron un día entero en la casa, examinando su funcionamiento, sus reglamentos y costumbres, y concluyeron que era preciso escribir a don Bosco. (**Es17.512**))
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