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((**Es17.498**) del Senador, calificándose de <>. El Santo demoró la respuesta, y, después, emprendió el viaje a Francia. En Vicenza estaban impacientes. El, por fin, apremiado por nuevas cartas, tan pronto como pudo después del regreso, respondió en estos términos: Ilmo. señor Presidente: He recibido, por medio del reverendo Pedro Pozzán, ferviente defensor de las causas buenas, la carta de V. S. fechada el día cuatro de los corrientes junto con la súplica firmada por un buen número de personas distinguidas de todas las clases sociales de la población de Vicenza, con S. E. Rvma. el Señor Obispo a la cabeza. Todos piden la gracia de una Casa de Salesianos en esta ilustre ciudad para cuidarse de los jovencitos en peligro. Ya conocía la benevolencia de los Cooperadores Salesianos y de los miembros de la benemérita Sociedad de San Vicente de Paúl con la humilde Sociedad de San Francisco de Sales; y, si hubiese tenido todavía alguna duda, este último acto de confianza me la hubiera disipado del todo. Con el vivo deseo de corresponder a esta confianza, se hizo tema de atenta discusión su amable petición y todos, de común acuerdo, hemos examinado si estábamos en condiciones de satisfacerla; pero, con mi gran sentimiento, debo comunicarle que hemos tenido que concluir con la negativa, no por falta de buena voluntad, ni tampoco por las condiciones propuestas, sino por carencia de personal. El reclutamiento militar, que nos quita cada año de quince a veinte maestros y jefes de taller, los compromisos ya contraídos para abrir casas en diversos lugares, la necesidad de enviar ayuda a los misioneros de Patagonia y de Brasil, nos merman el personal de tal manera que nos es imposible comprometernos para nuevas fundaciones. ((**It17.580**)) Siento todavía que no hayamos podido entendernos hace años, cuando disponíamos de personal para la dirección del orfanato; pero hemos de confiar en la divina Providencia, que entonces parecía querer abrir el camino para la vida de los Salesianos en esa tierra, quiera volver a abrírselo en otra ocasión y darnos los medios para cumplir el común deseo. Sin embargo, como no podemos saber cuándo podremos estar en condiciones de dar a este propósito una respuesta afirmativa, yo sería del parecer de que V. S. Ilma. exhortase a los miembros de la Sociedad de San Vicente para que lograsen lo antes posible su laudable finalidad, del bienestar religioso y moral de tanta juventud, con otro medio, que su industriosa caridad les sugiera. Mientras tanto, al dar las gracias a V. S. y por su medio a los miembros de la Sociedad de San Vicente y también a todos cuantos firman la atenta súplica, pido a Dios que bendiga sus caritativos esfuerzos en favor de la juventud pobre, les haga recoger centuplicado el fruto de sus trabajos y prepare a cada uno en el cielo una espléndida y gloriosa corona. Encomendándome, al mismo tiempo, junto con mis muchachos, a la caridad de sus oraciones le saludo respetuosamente y celebro poderme profesar con mi mayor aprecio, de V. S. Ilma. Turín, 20 de junio de 1883 Su seguro servidor, JUAN BOSCO, Pbro. (**Es17.498**))
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