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los aprendices y ahorraban las suyas... Un día se
discutía por las herramientas rotas, otro por las
que habían desaparecido o porque se habían usado
fuera del taller y del tiempo del trabajo.
Asimismo surgían disensiones sobre la modalidad de
los trabajos, la negligencia en enseñar a los
muchachos y altercados por las ganancias cuando
estaban interesados en una empresa. Ensayé enviar
a los muchachos a los talleres de la ciudad,
después establecí los talleres en casa. Puse
también a todos los muchachos con jefes, que
ejerciesen en nuestros talleres la autoridad de
dueños del negocio; pero entonces los muchachos se
convertían en verdaderos criados suyos y quedaban
fuera de la autoridad del Superior. No se podía
ejercer una vigilancia directa, los muchachos no
escuchaban más que al jefe; a veces corría peligro
de ser alterado el horario mismo, por la urgencia
de un trabajo. En fin, todo eran líos y
dificultades.
Parecíale a don Miguel Rúa que los Salesianos
de Faenza se encontraban en circunstancias
especiales, que convenía tener en cuenta. Don
Bosco replicó:
->>Qué necesidad hay actualmente de talleres en
Faenza? Por ahora, limítese don Juan Bautista
Rinaldi al oratorio externo y a las escuelas
nocturnas. Siga los reglamentos que hemos tenido
aquí en el Oratorio en los comienzos, y así no
habrá choques con las autoridades y con la gente.
Los primeros internos del Oratorio fueron los
estudiantes y después vinieron los aprendices para
ayudar a los gastos de los estudiantes. Por eso,
primero tuvimos los zapateros. El primer
encuadernador fue Bedino, apodado Gobierno. Cuando
hubo que comenzar las construcciones vinieron los
carpinteros y los herreros. Cuando fue necesario
organizar asociaciones de lecturas católicas, de
textos para las escuelas, aparecieron los cajistas
e impresores. El trabajo para los aprendices lo
dan los estudiantes; éste es el principio, que
debemos seguir, especialmente en las ciudades
pequeñas. Los choques, que tuvimos en Turín cuando
el Congreso de los Tipógrafos, que querían se
acabara con la tipografía del Oratorio, nos indica
el peligro que hay, si se quiere competir con
otros en los trabajos, aun en las grandes
ciudades.
((**It17.571**)) Por
todas estas razones, el Capítulo rechazó el plan
de don Juan Bautista Rinaldi, que, sin apartarse
de las normas trazadas por don Bosco, encaminó muy
bien su casa.
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