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((**Es17.488**) pueblo de la Romaña, en lugar de alterarse, parecía alegrarse por ello y no hacía más que repetir: -íOh, cuánto bien se hace en esta ciudad! íCuánto bien!... Tampoco don Bosco se asustó al enterarse de estos desmanes. En efecto, en la sesión capitular del día veintinueve de mayo, al presentar don Antonio Sala un plano de las obras a realizar ((**It17.568**)) para convertir en colegio la casa de Faenza y temiendo algunos de los presentes que, una vez terminadas las obras, las sectas echarían a los Salesianos, habló don Bosco en estos términos: -Los muchachos recogidos serán nuestra defensa. Además, los tiempos están en manos de Dios, lo mismo que los cambios políticos y la gente del país. Las amenazas no vienen de las autoridades, las cuales nos defienden. No hemos de temer a la plebe, puede que sea prudente acariciarla. Mientras tanto, hágase ver al pueblo que se pone manos a alguna obra y que se comienza la instalación de algún taller de aprendizaje; pero poco a poco. Haciéndose las cosas lentamente, se daba tiempo a la beneficencia para prestar ayuda. Por consiguiente, por entonces, se determinó hacer sólo lo necesario para la conservación de los locales, sin amontonar gastos y más gastos. Planteada, después, la cuestión de si había que pedir permiso o no al Gobierno para abrir el hospicio y recordada la denegación de la autorización para abrir escuelas externas, el Santo manifestó su pensamiento en estos términos: -Mi opinión es que conviene pedir este permiso, pero sin que aparezca la palabra internado. Diríjase el Director al subgobernador y dígale que hay muchachos muy pobres y desamparados, que piden ser recogidos; que en otras partes no se acostumbra pedir semejante permiso, pero que nosotros lo hacemos por deferencia a la Autoridad; que se acabaría por tener que entregar estos muchachos a la policía con lo que, en definitiva, serían mantenidos a expensas del Estado en algún reformatorio... Conclúyase diciendo que nosotros, sin embargo, nos remitimos al sabio parecer del subgobernador... En otra circunstancia, expresó don Bosco su sentir sobre la casa de Faenza. Fue cuando el director don Juan Bautista Rinaldi acudió a Turín para la fiesta onomástica del Santo. En aquella ocasión, le dijo para animarle 1: -María Auxiliadora os ayudará. Seguid adelante, como si nada hubiese ocurrido. La mayor batalla la tenemos hoy en América y en 1 Las palabras de don Miguel Rúa, que acabamos de referir, y éstas de don Bosco las registra monseñor Taroni en su crónica. (**Es17.488**))
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