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Diremos en seguida que el nuevo Goliat no era
un luchador individual, sino un ente, entonces
temible, que entraba en liza como un solo hombre
para defender contra don Bosco las pretensiones
alegadas por el nuevo alcalde del Ayuntamiento de
San Benigno Canavese. Muy diferente de su
antecesor, el señor Parisi, que había pasado a
jefe de la administración municipal, se jactaba de
ser un tragacuras y proclamaba paladinamente que
trataría de tragarse también a don Bosco, porque
los Salesianos no habían votado a su favor en las
recientes elecciones. Quería a toda costa que se
le echase de la abadía de Fruttuaria, lo cual no
era posible lograrlo, sin rescindir antes el
contrato legalmente estipulado cinco años antes.
Para llegar a esta anulación, él intentó primero
los caminos cortos. Se industrió, pues, por ganar
a su favor al Consejo municipal, pidiéndole que
votase contra don Bosco; pero, tanteó el terreno y
se dio cuenta de que casi todos los concejales se
le declararían contrarios. >>Qué hizo entonces el
prodigioso alcalde? Quiso hacer pasar lo negro por
blanco. Levantada la sesión en que con escasos
votos a su favor había preanunciado su propuesta,
supo procurarse la complaciente redacción de una
acta en sentido diametralmente opuesto al sentir
de los más, la firmó y la envió al Gobernador de
Turín, insistiendo en la expulsión de don Bosco.
Pero los Concejales municipales, oliéndose la
trampa, se apresuraron a contraponer el informe
genuino de la sesión, de suerte que el Gobernador
negó el visto bueno del acta falseada.
A pesar de esto, aquella perla de alcalde no se
dio por vencido. Alióse con algunos amigos suyos,
que gozaban en Turín y en Roma de alguna
autoridad, y sacando a relucir de nuevo la
acusación de la afrenta que los alumnos del
instituto habían hecho a los soldados del ejército
italiano 1, y, aprovechando una ocasión favorable,
confió el asunto a los Veteranos de la guerra por
la Patria. Creyó que con esto había dado ((**It17.564**)) con el
camino real para conseguir su intento.
Los veteranos, o soldados que habían
participado en las guerras por la independencia de
la Patria, se habían constituido en Sociedad bajo
la presidencia del general Crodara Visconti y, a
la sazón, querían crear un instituto destinado a
recoger a los huérfanos de los militares. El señor
Parisi propuso sin más al Presidente que se
expulsara a los Salesianos de la abadía de
Fruttuaria para dedicarla después a este fin. La
propuesta se recibió con entusiasmo, pero luego no
se aireó.
Don Bosco, que nada sabía de estos manejos, fue
informado de ellos por el señor Asti, teniente de
los bomberos en Turín, antiguo
1 Véase más atrás, págs. 190 y ss.
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