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Pero, al atardecer, volvieron a verle y le
encontraron alegre y contento; acaso también
porque, como sospechaba el secretario, se
esforzaba por parecerlo, como solía hacer
habitualmente. Su tranquilidad se reveló en una
jovial respuesta a una observación pueril. Un
muchacho le había dicho:
-Al explicar el Evangelio, ha dicho el
predicador que los pájaros no trabajan, no hacen
nada y, sin embargo, Dios les da con qué comer y
con qué vestirse 1. íQué bonito!
Y don Bosco añadió al punto:
-Pero el Señor, querido amigo, también les deja
engordar e ir después a freírse en la sartén para
servir de alimento a quien trabaja.
El día treinta y uno de agosto dijo que, pocos
días antes, después de la consagración en la misa
le había abrumado una luz fulgurantísima, que no
le dejaba seguir: en efecto, Viglietti recordaba
que exactamente aquella mañana, cuando le asistía
en el altar, lo había visto turbarse y después,
casi fuera de sí, suspender la celebración.
-Después de aquella luz, prosiguió don Bosco,
vinieron unas densísimas tinieblas y, cuando éstas
se disiparon, continué y terminé ((**It17.560**)) la
misa. Yo pensaba después en lo que me había
acaecido y decía:
->>Estas tinieblas, que vinieron de repente
después de tanta luz, no serán un aviso de que me
he de morir pronto, en seguida? Con este
pensamiento llamé por la noche a don Julio
Barberis a mi cuarto y le mandé escribir unos
recuerdos importantes, antes de que me encontraran
cadáver en la cama al día siguiente.
En la segunda estancia, recibió el día cuatro
de octubre, fiesta del santo Rosario, la profesión
religiosa de cuarenta y cinco novicios y, el día
once, impuso la sotana a sesenta nuevos clérigos.
Para los primeros pronunció esta plática:
Huelga, hijos míos, que os diga la alegría y el
gusto que experimento al veros, porque veo en
vuestras personas, en vosotros, que habéis hecho
los votos, un puntal de la Congregación. Los que
os precedieron, unos están ya destinados en
diferentes casas y otros partirán para las
misiones. Por consiguiente, necesitamos que vengan
otros para ser columnas de la Congregación, a la
que todos hemos jurado fidelidad.
Soy feliz, porque habéis jurado fidelidad, pero
deseo que este juramento no sea algo vaporoso o
apoyado en un frívolo pretexto, sino apoyado en la
infalibilidad de nuestras reglas, porque las ha
aprobado la Iglesia, que es infalible.
>>Hemos hecho acaso los votos para auxiliar a
don Bosco o a otros Superiores? No, Hemos hecho
los votos porque nuestra vocación fue ésta.
1 Evangelio de la XIV domínica después de
Pentecostés, que aquel año caía el treinta de
agosto.
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