((**Es17.48**)
->>Te duelen todavía los ojos?, volvió a
preguntarle el Santo.
-No, ya no me duelen.
-Que sí que le duelen, repitió la madre. No
puede aguantar la luz y grita continuamente.
->>Puedes ver?, le preguntó don Bosco, después
de quitarle los emplastos de los ojos.
-Sí, veo perfectamente, respondió.
->>Puedes fijar la mirada en la luz?
-Sí, puedo; dijo el muchacho mirando afuera por
la ventana.
La madre no se podía sosegar, como si temiese
pasar por mentirosa. Al oír las respuestas del
hijo, perdió los estribos de tal modo que hubo un
momento en que quería abofetearlo. Don Bosco tuvo
que decirle:
-Pero, >>en qué quedamos? >>Quiere usted que su
hijo esté enfermo? Pues bien, si así lo quiere...
El hijo, por el contrario, brincaba, reía,
miraba acá y allá, sin comprender por qué tenía
que prestar más fe a la madre que a él mismo. En
realidad, estaba perfectamente curado.
((**It17.45**)) Aquella
tarde quiso don Bosco dar una conferencia a los
Cooperadores y amigos en la capilla interna del
Patronato. Llegaron cien coches que se colocaron
en la carretera que pasa por delante de la casa.
Como era la época turística, muchos no eran de
Niza. El Santo habló durante tres cuartos de hora,
describiendo las obras salesianas y demostrando
cuánta necesidad tenía de que los buenos
cristianos le ayudaran en sus obras benéficas.
Bajó del púlpito y pasó él en persona a hacer la
colecta. Recogió mil ochocientos francos, la mitad
de la última vez; pero hay que tener en cuenta que
aquel año se atravesaba un período de crisis
económica, por lo que estaban estancados los
negocios y había disminuido mucho el número de
turistas forasteros. La tentativa de una
exposición nacional, en lugar de aportar
ganancias, había producido apuros económicos,
causando pérdidas a los especuladores, a los
expositores y a la comisión organizadora.
La salud de don Bosco iba muy bien; por eso
repetía muchas veces al día: Bendito sea Dios en
todo. Así, el día doce, pudo ir a Cannes en
compañía de don José Ronchail. Tal vez pertenecen
a este viaje unos episodios, de los que nos habla
una cooperadora, apoyándose en la fe de testigos
oculares.
En Cannes el Santo celebraba con gusto la misa
en la iglesia de las religiosas de Santo Tomás de
Villanueva, que dirigían un orfanato de niñas
fundado por los marqueses de Vallombrosa. Apenas
se esparcía la voz de que iba allí don Bosco, como
por ensalmo acudían de todas(**Es17.48**))
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