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A pesar de las vivas instancias de don Juan
Bonetti 1, no había podido ir allí, como solía,
para los ejercicios de las señoras. El Director
general insistió de nuevo el día veinte de agosto,
cuando tocaban a su fin los de la toma de hábito y
profesión, enviando a Mathi al director local don
Luis Bussi, con una carta para que se la entregara
en mano y que empezaba así: <((**It17.554**)) y a
todo el Instituto. Así lo exigen la gloria de
Dios, la salvación de las almas y mi tranquilidad
también. Me he cargado con la cruz y la encuentro
muy pesada. Tengo gran necesidad de una ayuda
eficaz para no sucumbir y no desalentarme. Después
de Dios, espero este consuelo de usted. No me lo
niegue>>.
También la Madre General escribió a la madre
Petronila, que se encontraba en Lanzo, para que se
presentase a don Bosco y le dijese que un crecido
número de postulantas y novicias, que todavía no
le conocían, ansiaban verle. El recibió
paternalmente a la embajadora y, oído su mensaje,
contestó en tono jovial:
-íAy sí! íYa no mando yo en don Bosco! Ahora
don Bosco obecede a don Miguel Rúa y al médico; y,
si ellos me lo permiten, con gusto iré a Nizza y
me colocaré muy alto para que todas me vean.
Era todavía muy de mañana cuando la madre
Petronila llegaba a Mathi. La acompañaban dos o
tres hermanas de la casa de Lanzo. Después de oír
la embajada y dar la respuesta, don Bosco pensó
que podían estar todavía en ayunas y les preguntó:
->>Habéis desayunado?
-Sí, señor, por el camino; contestó la Madre en
nombre de todas.
->>Y qué habéis comido?, añadió don Bosco.
-Pan con salchichón.
->>Cómo es eso?, replicó don Bosco poniéndose
muy serio. >>Así observáis la vigilias? íBuena la
habéis hecho!
-íPobres de nosotras!, exclamaron a una voz
asustadas las hermanas; no lo sabíamos, no hemos
mirado el almanaque.
-Pero debíais saber que hoy... es íla vigilia
de mañana!
1 Ap. Doc. núm. 83 y más atrás, págs. 425-427.
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