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los cuatro días. Aquí tuvo su origen, entre los
anglicanos Martindale, el afecto por don Bosco y
la veneración por su memoria.
En el mismo año de esta muerte, abrió don Bosco
la casa de Battersea, en Londres, como se verá en
su lugar, y, en noviembre, envió allí dos
salesianos ingleses, a quienes proveyó de una
carta de presentación y recomendación para el
duque de Norfolk.
Alteza:
Cuando Vuestra Alteza honró con su presencia
nuestro humilde hospicio, la piadosa y llorada
señora Condesa, su esposa, contemplaba con
satisfacción a los muchachos de esta casa cómo
practicaban la religión cristiana, y manifestó el
gozo que habría podido experimentar de haber
podido ver instalado un internado semejante al de
Turín en Londres, donde también abundan los
jovencitos pobres, abandonados y en peligro,
especialmente en su formación religiosa. Por
entonces, no contábamos aquí con personal
suficiente; actualmente estaríamos dispuestos a
intentar dicha fundación y ya ha empezado con una
iglesia en Battersea.
Por ahora comenzaremos enviando al menos cinco
Salesianos y seguirán otros más a continuación, si
fuere menester. Ciertamente una obra de este
género exige entusiasmo, especialmente en la gran
ciudad de Londres. Pero Dios, que nos ayudó en
otras fundaciones, vendrá también en nuestra ayuda
para ésta, que espera el apoyo de Vuestra Alteza.
Dicha iglesia está ya provista de algún
mobiliario, merced a algunos ciudadanos
caritativos; mas, por lo que respecta a la
residencia de nuestros sacerdotes maestros, hay
muy poco hecho. Y es para estas primeras
necesidades, para las que imploro a Vuestra Alteza
ayuda y asesoramiento. Nuestro sacerdote Carlos
Macey y don Eduardo-Patricio Mac-Kiernan se
permiten la confianza de presentarle personalmente
mis saludos y consultarle directamente sus sabias
sugerencias.
Aquí recordamos con gozo su venida hasta
nosotros y hacemos cada día especiales plegarias,
para que Dios derrame sus bendiciones sobre usted
((**It17.525**)) y toda
su familia y, especialmente, sobre el precioso
vástago que constituye en todo momento el objeto
de nuestras oraciones y de las comunes
solicitudes.
Con el máximo respeto y veneración, tengo el
alto honor de poderme agradecidamente profesar con
gratitud, de V. Alteza
Turín, 13 de noviembre de 1887
Humilde Servidor,
JUAN BOSCO, Pbro.
Existe copia en nuestros archivos de otra
carta, escrita en francés, dos semanas antes de
que el Santo pasara a la eternidad. Eran los días
en que los corazones abrigaban todavía buenas
esperanzas, porque su enfermedad no sólo estaba en
una pausa, sino que parecía tender a una
extraordinaria mejoría. El siete de enero, don
Carlos Viglietti anotaba que era <>. No es verosímil
que la escribiera don Bosco de su puño y letra, si
bien la frase entre paréntesis se encuentra
exclusivamente en sus cartas. Decía, pues, al
Duque el día 13 de enero de 1888:
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