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menos, no me atrevía a afirmar que lo estuviese,
puesto que la misericordia de Dios es infinita.
->>Cómo puede ser esto?, interrumpió el
enfermo, que había seguido con interés la
narración. >>Todavía hay esperanza para Voltaire?
Tenga entonces la bondad de confesarme.
-Me entregué a ello: lo preparé y lo confesé.
Al darle la absolución rompió a llorar, exclamando
que nunca había gozado de tanta paz en su vida
como en aquel instante. Hizo todas las
retractaciones del caso. Al día siguiente, recibió
el Viático; pero llamó primero a todos los de casa
y pidió ((**It17.40**))
públicamente perdón del escándalo que les había
dado. Después del Viático, se recobró y vivió
todavía dos o tres meses que dedicó a la oración,
a volver a pedir perdón y a recibir varias veces
con gran edificación a Jesús Sacramentado. Ten en
cuenta, repitió don Bosco, que aquel señor tenía
un alto grado en la masonería. Demos gracias a
Dios por todo 1.
El día tres, a las nueve, salió para Menton en
compañía de don Julio Barberis y don José
Ronchail. Una bonísima y rica familia polaca, que
vivía allí, le había prometido una importante
limosna si aceptaba su hospitalidad. Cuando se les
aseguró por carta que iría a su casa, aquellos
señores avisaron a cuantos compatriotas de los
alrededores pudieron, de suerte que, entre unos
veinte que acudieron de Niza, más los de Mónaco y
Cannes, se juntaron cuarenta personas. Pero, al
informarse de su delicada salud, fueron tan
discretos que se pusieron de acuerdo para no
cansarlo; en consecuencia cada uno preparaba de
antemano lo que quería decirle y no le exigía más
respuesta que un sí o un no. De esta manera,
pudieron hablarle todos sin aumentar su cansancio.
Cuando terminaron las audiencias, rogáronle que
visitara a un sacerdote anciano gravemente enfermo
y desahuciado por los médicos. Fue al instante, y
ya lo encontró casi sin conocimiento. Preguntóle
cómo se encontraba, mas no dio señales de haber
entendido. Entonces el Santo le gritó fuertemente
al oído:
->>No me entiende?
El enfermo balbuceó unas palabras sin sentido y
el Siervo de Dios añadió:
->>Conoce usted a don Bosco?
->>Don Bosco? Sí, le conozco; >>qué pasa?
-Yo soy don Bosco. >>Tiene algo que decirme?
->>Cómo puede ser esto? >>Usted aquí?
1 Summarium super introductione causae (testigo
don Francisco Cerruti), pág. 467.(**Es17.44**))
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