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((**Es17.438**) ((**It17.509**)) Los periódicos franceses anunciaban una visita del Obispo de Orleáns, aun antes de que éste llegase a Turín. El día veintiuno de noviembre, en efecto, llegó monseñor Coullié. Al entrar en la habitación del Santo, se echó a sus pies y quería su bendición; pero don Bosco hizo lo mismo, inclinándose profundamente sentado como estaba y juntando las manos. La porfía terminó cuando ambos vieron cumplido su deseo. El futuro Cardenal, después de un largo coloquio, partió para Roma. En la segunda mitad de noviembre, la prensa mundial se ocupaba difusamente de la mediación de León XIII entre Alemania y España por la posesión de las Islas Carolinas, pertenecientes a España, pero ocupadas por Alemania. El arbitraje del Papa, aceptado por ambas partes, puso fin a un litigio que, sin duda habría degenerado en una guerra. La cuestión romana, que era para Italia una espada de Dámocles, también en esta circunstancia dejó ver cuán viva y amenazadora era siempre. Con respecto a ella, los gobernantes italianos solían hacer gala de seguridad, considerando que no era posible ni deseable su solución; pero cualquier zurrir de las frondas vaticanas los alarmaba. Por eso, el hecho de que Bismark invocase la mediación pontificia y la acatase, de forma que acreditaba de cara al mundo la posición internacional de la Santa Sede, pareció un precedente cargado de consecuencias para la unidad italiana teniendo a Roma como capital Por consiguiente, los órganos de los partidos se agitaban y ponían el grito en el cielo con sus trasnochados discursos contra el Papado. Don Bosco gozó con aquel triunfo de la Iglesia. Y después, partiendo de las repercusiones que el hecho tendría en la Italia masónica de entonces, manifestó su pronóstico acerca de la solución de la cuestión romana. El pronóstico se refería a la fatalidad de la misma solución y a la manera como podría realizarse. Formuló él dos hipótesis, la segunda de las cuales ni los católicos, razonando de tejas abajo, tendrían como probable, mientras fue la que eligió la Providencia. El día veintiuno de noviembre, después de oír lo que se decía sobre el tema del día, habló así ((**It17.510**)) ante algunos de sus íntimos: -Sin duda, Alemania y España no dejarán sin recompensa el señalado servicio que el Papado les prestó. Italia tiembla, tiene miedo. Si el Papa eligiese ahora a Alemania como mediadora entre él e Italia, pidiendo de algún modo su protección, >>qué pasaría? Italia teme y considera su mejor partido callarse, pero, tal vez dentro de poco, temiendo a las grandes potencias de Europa, llamará a alguna de ellas como intermediaria entre sí misma y el Papa o también apelará al mismo Padre Santo, al que ahora se ve obligada a respetar, para que (**Es17.438**))
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